La importancia de la vida es tan nula... la mayoría del tiempo. Ignoramos tantas cosas, demasiado importantes. Es tan fácil dejarnos llevar cuando no es debido y no hacerlo cuando es necesario...
Ciertamente, vivir es un peligro, para la vida misma. Por eso mismo, vivimos ignorando su importancia, por miedo a vivir temiendo... pero hay momentos en los que reluce, tanto, que manda punzadas de dolor a la razón misma.
Hay momentos que retumban como el atropello de palabras duras en una inadecuada situación, o la resonancia de los palillos estrellándose contra los tambores de batería en una sala de conciertos. Tanto como eso, pero más.
Y esos, esos son los momentos que finalmente, nos dan una cachetada en la mejilla a palma abierta y hacen que nuestros ojos lo observen todo con más afinidad, incluso aquello que no puede ser observado.
Decir que conmueve, es poco. Llena tu cuerpo de un escozor de culpabilidad, de hondas de indulgencia, pero por sobre todo, sacude tu alma en plena y pura compasión. De esa, que durante tanto tiempo, fue tachada como algo malo.
Pues yo compadezco, pero de mí, de mi falta excesiva de benevolencia y altruismo hasta el momento en el que el mundo decidió detenerme finalmente, con un chispazo de realidad y crueldad. Que me merecía...
Pero quienes se vieron involucrados jamás. Jamás...
Decir que mi desfavorable y canalla alma oscura y vil sufrió el mayor de los dolores, queda corto, porque ver la vida tan miserable e insufrible jamás fue tan real.
Esta vez, la oscuridad no solo abarcó mi alma, sino que consiguió ahogarme a mí, hasta que decidí que ya estaba bien de ser egoísta. No sé si bastó, si bastará, pero quiero cambiar.
Deseo cambiar y mejorar las cosas...
Pero son cosas que ya no dependen de mí, un ser mísero finalmente, corroído por la falta de lealtad que presenté, por las palabras que pronuncié injustamente, por las cosas que pensé maquiavélicamente, a escondidas... A escondidas de la verdad, de la realidad.
No caí jamás, ya estaba muy abajo como para caer más. Y dudo que pueda levantarme, pero quiero hacerlo. Tengo que hacerlo. Pero lo dudo.
Ante todo, lo dudo. Porque mentí, odié, repudié y en mi completa ruindad, fracasé ante la humanidad.
Y la vida cobró verdadera importancia, porque no solo la estoy perdiendo yo, al no poder salir de mi conmoción de dolor, sino también un ángel. Un ángel puro, pequeño como un porotito.
También dulce, tan dulce como un caramelito, pero este no puede abrir aún sus ojos. Y no sé si lo hará en algún momento.
Y yo lo siento, lo siento tanto por el rechazo que salió de mis entrañas, por mí. Lo siento por mí, porque aunque lo pueda tener, jamás lo tendré ni tampoco mereceré.
Y por eso cobró la vida verdadera importancia. Porque está a punto de ser arrebatada a un ser que todavía no llegó a vivirla. Porque sus ojos apenas iban a empezar a abrirse, como para que le nieguen la oportunidad de ver el mundo, de ver a las personas que lo aman.
Y yo no estaré entre esas personas si llega a poder hacerlo, y no porque no lo ame.
El corazón, el suyo, es tan frágil y delicado... No como el de cualquiera, el suyo es único, y sé que llegará a brindar mucho, mucho cariño... Si resiste.
Si resiste, aun cuando rechacé arropar su pequeño cuerpo caliente. Aun cuando lo odié, aun cuando pensé en matarlo antes de nacer.
Y lo siento, porque cuando lo empecé a amar, decidió su corazoncillo empezar a dejar de funcionar.
Y lo siento, porque sé que ya no me merezco un puesto en su vida, si resiste...
Y lo siento, porque ni todo el alcohol del mundo logrará ocultar mis penas de mí, ni por un segundo. Porque ni siquiera lo merezco.
Y lo siento, aunque no merezco sentir nada más, no como él.
No como él, porque si resiste, la oscuridad que me rodea me obligará a no acercarme.
Y si resiste... sé que será feliz con su mami. Y sé que ella será muy feliz.
Si resiste...
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Relatos olvidados en el cajón.
PoesíaEscapándote de la oscuridad... o fundiéndote en ella.