NO SOY ELLA ( terminada)

"por favor" capítulo 12

Camila se desvaneció en mis brazos y pude sentir como se me cortaba la respiración, es que verla así golpeada y tan delgada me había partido el corazón.

Con mucho cuidado la acosté en el suelo y tome mi teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón de mezclilla. Llamé a la ambulancia y en menos de diez minutos ya ellos estaban allí prestándole los primero auxilios a las dos

- usted viene con nosotros ? - pregunto uno de los paramédicos, yo solo asentí con la cabeza mientras empezaba a caminar detrás de el. Nos subimos a la ámbulancia y jamás había visto a Camila tan frágil como estos momentos

- mi amor - susurré tomando su mano - por favor no nos vayas a dejar te necesitamos - una lágrima abandono mis ojos bajando por mis mejillas hasta perderse en el valle de mis pechos - Sofi, Cameron y yo te necesitamos preciosa por favor lucha, no te rindas - de repente sentí como apretaba mi mano y escuché un leve quejido así que alce la mirada y pude ver cómo sus ojitos se abrían mostrándome ese mar de chocolate que tanto había amado

- no... No te dejare nunca.... Mi amor - a pesar de todo lo que había pasado aún la seguís considerando la mujer más hermosa del mundo - yo... Yo voy a estar... - empezó a toser y los ruidos de las máquinas se hicieron más fuertes. El paramédico miro el monitor que estaba en frente de el y me aparto de ella mientras le daba indicaciones a su compañero

-¿ Qué pasa? - pregunté un poco aturdida mientras veía como ellos le inyectaban varias cosas al Camila - dígame qué pasa - pero ellos no me respondían

- está muy débil si no llega rápido al hospital no creo que pueda resistir - escuché lo que decía uno de los médicos y empecé a negar con la cabeza

no ella no se podía ir, ella tenía que estar conmigo - me decía a mi misma mientras me perdía en cada uno de los recuerdos que se apoderaban de mi memoria. Cómo la primera vez que la ví, la primera vez que nos besamos, en la que hicimos el amor, cuando nos casamos, el nacimiento de nuestro segundo hijo.

Jamás en mi vida había creído en un Dios pero en esos momentos cerré mis ojos y empecé a pedirle por ella - por favor no te la lleves, déjala conmigo, te lo suplico - mis susurros se mezclaban con los ruidos de las máquinas y la conversación de los paramédicos.