Una mano de pálidos y largos dedos comienzan a hundirse con pereza entre el corto y despeinado cabello castaño.
El gesto se detiene de pronto, como si algo absolutamente violento lo hubiese herido de forma fulminante. Sabe que la alarma de su celular va a sonar de un momento a otro. No importa la hora que es, porque él, con el ritmo de trabajo que ha llevado durante tantos años y las variadas experiencias de su vida, sabe perfectamente todo lo que el tiempo es capaz de otorgar... Y quitar.
Su delgado cuerpo cambia de posición con suma delicadeza, intentando por todos los medios de no perturbar el sueño del compañero a su lado. Es ese momento de la mañana, oscilante entre el despertar y el ensueño en donde él ha decidido construir su refugio. Aislado de las responsabilidades, exiliado con sus propios pensamientos que antaño fuesen tan dulces, y que hoy no son más que el preámbulo a una realidad agraviante.
Sus oscuros ojos reposan en un punto de la pared, una pequeña imperfección rugosa de la pulcra madera que adorna la habitación. Su vista repasa con precisión cada pequeño detalle de ese minúsculo punto, que ha estado observando por meses.
Una vez repasado cada detalle conocido, cada relieve grabado en su memoria, los oscuros ojos comienzan a recorrer los muebles de la habitación, blancos y simples; deteniéndose en la pequeña mesa junto al clóset.
Observa las sombras que proyectan los marcos con fotografías que él se había negado a poner tan al descubierto. Había sido una guerra perdida. Las cortinas corridas y la misma oscuridad nebulosa de la madrugada impiden que pueda ver los detalles de dichas fotografías, aunque eso carece de total importancia. Él las conoce de memoria, hasta el último detalle.
Recuerda perfectamente cuando fue tomada cada una de ellas. Los rostros tras el cristal que protege las imágenes, tan celosamente, no son más que suaves espectros de aquella felicidad pasada.Y entonces sabe lo que viene y se prepara para ello: Dolor. Apoderándose de él con violencia, desgarrando todas las defensas, en fin, el más puro e irreversible daño.
Sabe que la maniobra es inútil, pero de todas formas se voltea hasta quedar frente a frente a una desordenada cabellera oscura. Sus ojos se dirigen automáticamente hacia la piel desnuda de la pálida espalda. La débil luz del amanecer que logra filtrarse a través de las cortinas hacen que cada músculo níveo, cada relieve de los huesos, quede al descubierto de forma exquisita.Se pega un poco más hacia él, intentando disminuir la distancia sin despertarlo, y entonces inhala con profundidad ese aroma tan familiar, el que lo lleva a hundirse inevitablemente en algo que no puede ser arrebatado, algo propio, antiguo y secreto.
Kyuhyun frunce el ceño ligeramente, aquella dualidad en sus sentimientos es lo que mantiene las heridas frescas. Está famélico por sentir odio, por absorberse por completo en el desprecio hacia aquella figura frente a él. Y sin embargo cada exhalación suave que escucha al otro lado lo hace llenarse de algo mucho más dulce y a la vez incomparablemente más mortífero.
Hay ciertas cosas que en esos momentos ya no le son agradables a la vista, y la calma de un cuerpo sumido en un sueño profundo es una de ellas.
Se aparta con cuidado, deslizándose por las suaves sábanas hasta llegar al borde de la cama, y con lentitud sus pies escapan y se apoyan en el frío suelo. Un pequeño escalofrío recorre su cuerpo a causa del cambio de temperatura. Café, es lo que necesita. Sabe que aquella taza de café justo después de despertar es la frontera entre aquella embriagante utopía y la dominante realidad. Y necesita cruzar ese límite si quiere detener aquella hemorragia invisible y dolorosa.Se aproxima con cautela a la puerta, poniendo una mano en el picaporte y la otra en la pequeña llave en el cerrojo. Casi ha cruzado aquel muro.
Se detiene, observando lacónico aquella pequeña llave aprisionada entre sus dedos y sonríe con ironía. Atrapada, una pequeña pieza de metal ha sido la guardiana de una realidad parcelada, pequeña, simple e infinita. Podría haber sido robada, destruida, podría haberse perdido... Y sin embargo, fue el cuidado de dos personas la que permitió que aquel faro inmóvil, fuese el guardián de aquel refugio invaluable.
Al final, y después de todos los cuidados, no había sido aquella pequeña llave la que había fallado.
YOU ARE READING
At Close (KyuMin) [ONESHOT]
Romanceúltimos momentos entre Kyuhyun y Sungmin. (Quiero recordarles que si no les gusta la pareja, les recomiendo ocupar su tiempo de forma mucho más productiva)