Capítulo 2:

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La profecía

Michael observaba con sus ojos cubiertos de oscuras ojeras la valiosa información que estaba por revelarme.

-Parece que creen que hubo uno, en el norte de África...-murmuró y frunció su ceño mientras leía incrédulo la pantalla de su ordenador-. Un saqueador árabe dió con ella y facilitó una estela grabada con símbolos de la Diosa Tanit...
Esta fue la Diosa más importante de la mitología cartaginense, asociada con la Luna y la Fertilidad.- Alzó una ceja. Carraspeó para afinar su voz y continuar.- En este santuario se...- Hizo una breve pausa mientras sus ojos recorrían el final del texto.-...Realizaban sacrificios de niños y pequeños animales...
-Entonces...- Murmuré mientras la voz me temblaba.-...Aquella pequeña podría haber sido uno de esos sangrientos sacrificios...

(...)

Me despedí del rubio de ojos grisáceos y me encaminé hacia mi perdición.

«Nunca debí haber empezado esto. A partir de aqui las cosas se van a volver bastante turbias, y, no creas que esto es una simple historia, porque no es así. Es real, y es la razón por la que perdí la poca cordura que me quedaba.»

6:22 A.M.

Me dispuse a llamar a mi madre antes de coger el vuelo hacia ese extraño lugar que desconocía, ese lugar lleno de hambruna y guerra.

-¿Sí? - Al otro lado del teléfono se oía la voz de mi madre. Hacía meses que no escuchaba esta. Noté como se me tensaron los músculos de todo el cuerpo, fruncí los labios, suspiré y abrí los mismos para articular palabra.
- M-mamá, soy yo, Audrey...- Murmuré con la voz temblorosa.- Quería hablar contigo antes de irme.
-¿Irte? ¿A dónde?
-Me voy a ir un tiempo de vacaciones a una ciudad del tercer mundo de África...por vivir una simple experiencia.- Tenía un nudo en mi garganta y me costaba hablar.
-¿Por qué has decidido esto justo ahora, Audrey? Y encima a las 6 de la mañana.- Dejó escapar un bostezo.
-Mamá, simplemente voy a hacerlo y llamaba para decírtelo porque estaré incomunicada. Te quiero.- Aparté el teléfono de mi oreja.
-¡A-Audrey, ni se t...-colgué antes de dejar que acabara la frase y noté como un pinchazo en el estómago. Ahora sé que nunca debí hacer tal cosa.

Tiempo después me enteraría de que mi madre murió por una extraña enfermedad unos días después de haberme ido.

«Y yo no la dejé acabar de hablar, ni contármelo. Aún ese momento remuerde mi conciencia.»

Mi viaje era desde Nueva Orleans a África, demasiadas horas que mayoritariamente pasaría durmiendo.

(...)

Cuándo me desperté quedaba algo menos de media hora para llegar a mi destino. Estaba amaneciendo y el cielo se teñía con los primeros rayos de Sol.

Después de llegar a mi destino, tuve que coger varios autobuses hasta llegar a la ciudad que me dijo Michael.

Llegué a un pequeño pueblo, en este no habría más de 500 habitantes, vivían del campo y la ganadería. Parecía que yo era una viajera en el tiempo.
Eran de esas típicas tribus que rezan a los dioses y espíritus para las cosechas y las lluvias.
Todos me miraban como si fuera una extraña (que lo era), e incluso los niños se acercaban a tocarme con cuidado y miedo como si fuera lo más delicado y peligroso del mundo.
Todos miraban lo que los hacía tan...¿curiosos? Supongo que la gente como yo no se ve mucho por esos lugares.

Por mucho que intenté recolectar información los siguientes días, no conseguí nada; prácticamente huían de mi y me daban la espalda en cuanto mencionaba "La Diosa Tanit", no lo entendí en ese momento ya que era tan inocente.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2017 ⏰

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