Capítulo 7: "Día 35"

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El reloj marcaba exactamente las 16:10 pm., haciendo que me pusiera nervioso sobre la camilla. En cualquier minuto llegaría Aslan.

Mordía mis uñas con ansiedad mientras observaba el lento movimiento del palillo más largo que poseía el reloj. 

—¿Me extrañaste? —dijo el médico entrando al cuarto con un tazón de fideos— Te traje el almuerzo de hoy y las pastillas que debes tomarte.

—¿Pastillas? ¿Ya no son inyecciones? —pregunté observando mi brazo lleno de pinchazos cerca de la vena cefálica accesoria— No es que prefiera las inyecciones, es solo curiosidad —Aclaré sin levantar mi mirada, tenía miedo de verlo a la cara.

—Bueno, ya que insistes podría conseguirte inyecciones.

—¡No! No... así está bien, no se preocupe —murmuré.

—Mírame —ordenó, pero no quise hacerlo, tenía miedo y mis manos temblaban del pánico que comenzaba a invadirme— Te dije que me mires —reiteró dejando la bandeja a un lado— Bájate de la cama antes de que te golpee —Se notaba que estaba conteniendo su enojo, así que sin protestar me bajé de la litera sintiendo como en cualquier momento mis piernas cederían.

Se bajó el pantalón y comenzó a masturbarse en mi cara, sin vergüenza alguna. No me moví aun sabiendo que mancharía mis fideos con semen, pero si me muevo de seguro me violará y ya no quiero más, no quiero más golpes, no quiero más forcejeos.

Me encontraba comiendo los fideos, ya casi sin asco y tragué con agua las pastillas indicadas.

Llevaba más de siete días viniendo a darme comida, recién creo llevar un par de meses, pero cada vez me siento menos humano, me siento como un objeto y ya no puedo sentir nada.

No hay nada.

—Aquí tienes tu almuerzo —dijo Aslan entrando con además de la comida, un maletín— Traje unos cuantos juguetes para que nos divirtamos juntos, sujeto 25 —Su insensible sonrisa me indicó que algo malo vendría cuando terminara de comer.

Y tal como pensé, cuando acabé con todo rastro de comida en el plato de plástico dejó el maletín en el piso.

—Quítate la bata —ordenó y sin pensarlo, lo hice— Es hora de una pequeña revisión... date la vuelta —Y así como dijo, obedecí sin poner resistencia.

De pronto, mi vista se volvió de color negro gracias a lo que sea con lo que me haya vendado los ojos. Tragué saliva al no poder ver nada, y me sentó en el piso.

—¿Qué es eso? —pregunté tras dejar salir un jadeo al sentir como un líquido frío comenzaba a caer en mí miembro, eso me ponía nervioso.

Pasaba reiteradas veces mi uña por el piso tratando distraerme, pero dejé de hacerlo cuando me ató las manos con lo que suponía ser una soga.

—Es lubricante —contestó y tras dejarme completamente vulnerable comencé a escuchar un extraño sonido que al parecer provenía de un aparato eléctrico.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo tras sentir como algo que vibraba se posaba en mi uretra. Encajé las uñas en mis manos y me movía un tanto brusco para evitar esa sensación que me estaba dando pequeñas descargas de placer por todo el cuerpo.

—Parece que te gusta algo tan sucio como esto —dijo él con diversión. 

De pronto, su mano comenzó a masturbarme, haciendo que soltara algunos jadeos de vez en cuando. 

—Estás erecto —susurró y más líquido frío comenzó a invadir mi pene.

Jugaba con mi cuerpo y le divertían mis reacciones.

365 Días para la libertad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora