2017

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Apenas unos días antes del comienzo de un nuevo año, cuando casi puedes oír las promesas que se romperán en la primera semana de enero, un árbol con luces multicolores y decoraciones hechas a mano por una niña que un día hubiera luchado contra el dragón de la historia aunque se hubiera caído veinte veces, ilumina la habitación. Ilumina el rostro de una mujer que no cree en las promesas de año nuevo, que detesta la Navidad, que desea volver a ser la niña que hizo esos ángeles colgados en el árbol en una clase llena de otros niños que pretendían ser la magia que no eran. "Pero si son niños" cualquiera pensaría, pero ella sabe lo que puede esconder una sonrisa.

Mirando la sucesión de las luces que parpadean y se podría decir que bailan al ritmo de sus sueños, piensa en las promesas que haría ella para ese año, aunque no crea en ellas. Piensa en los errores, arrepentimientos, decisiones que ha vivido en los últimos doce meses y desea ser otra persona, desea ser más fuerte, más lista, más irrompible, desea poder huir de la vida de quien le apetezca en vez de quedarse en la vida de todos, sin que nadie lo haya preguntado.

Las luces iluminan su rostro y cualquiera diría que es extraordinaria la manera en la que sus ojos se pierden, como se sumerge en sus pensamientos hasta llegar ahogarse pero sin derramar ni una sola lágrima.

Desea huir de esos brazos a los que llamó hogar, los mismos que le han regalado algo que nunca pidió y que nunca tuvo: miedo.

InmarcesibleWhere stories live. Discover now