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Presente

El camino hacia mi lugar de trabajo era tan agobiante y extenso. Llevo en Corea 2 años y medio, al principio pensé que serían castillos y rosas, pero la realidad fue otra. Aprendí el idioma bastante rápido, por lo que se me hizo fácil conseguir un trabajo en el centro de Seúl. Una pequeña tienda abierta las 24 horas al día, desgraciadamente queda del otro lado del pequeño apartamento donde vivo, por lo que si me levanto tarde, como hoy, camino alrededor de 2 horas. El sueldo es bastante bueno, incluyendo mis jefes, lo malo, sus asquerosos hijos. Desde que llegue se han encargado de hacerme la vida imposible, desde hacerme trabajar más de lo normal, como por ejemplo tirar y ensuciar la tienda entera solo para humillarme, hasta dejarme el turno completo 3 días seguidos, en este momento no sé si sigo siendo una persona o un zombie.

Antes leía los testimonios de personas que habían sufrido de xenofobia, sintiendo lastima por los agresores, ya que alguien con esa manera de pensar es una basura como ser humano. Jamás pensé que llegaría a ser una víctima, no solo por parte de los hijos de mis jefes, sino también por clientes que llegan y cuando me ven hacen una mueca de desagrado, como si acabaran de ver al ser más inmundo que ha pisado el planeta.

Eungi pasó por mi lado, tirando algunas latas del estante que acababa de acomodar.-Te falto eso.-Dijo sonriendo. Me trago los mil y un insultos que se me ocurren y me dispongo a recoger el desorden.

-¿Por qué permiten que alguien como ella trabaje aquí?-Escuche a lo lejos, una anciana hablaba con Eungi a pocos metros de mi.-Seguramente ni habla el idioma.

-Sé hablar coreano.-Me levanté mirándola. Ella con gesto de molestia me fulminó.

-No tienes derecho a dirigirme la palabra, mal hablada.

-Ve a traer más bebidas, Sunny.-Dijo mientras atendía a la señora.-No van a traerse solas.

Me di la vuelta para buscar las bebidas solo para dejar de ver su horrible rostro. Para mi mala suerte estaban en el piso de arriba, probablemente ruede intentando bajar las pesadas cajas. Suspire, estaba empezando a cansarme de esto.

Mi turno terminó y como siempre me toca cerrar la tienda, eran las once de la noche cuando por fin empecé a caminar hacia mi casa, porque Eungi y Daehyun se encargaban de dejarme ir cuando el último autobús ya había acabado su jornada. Aún no sé con certeza porque he soportado tanto, todos los días son incontables humillaciones, incluso Daehyun me acosa en algunas ocasiones. Estoy tan distraída en mis pensamientos que casi no noto cuando algo, o mejor dicho alguien, me toma por la cintura y me arrastra hasta un callejón, intentó gritar pero el sujeto es más rápido y cubre mi boca con un pañuelo. Está tan oscuro que no distingo su rostro, forcejeó pero es inutil, me supera en fuerza.

-Nadie puede oírte.-Esa asquerosa voz. Daehyun.-Hoy no vas a negarte.-Hizo presión en mi cuello mientras que su otra mano se dirige a mi trasero. Es el fin, no puedo hacer nada más que llorar.-No llores, seré cuidadoso.-Su aliento choca contra mi rostro, está ebrio. La rabia se acumula en mi cuerpo y hago todo mi esfuerzo de empujarlo tanto solo unos centímetros, pero él como es el rey del drama, terminó chocando con la pared.- ¡Estas muerta!- Corrí lo más rápido que mis píes me lo permitieron, logré salir a la carretera, las pocas personas que transitaban me miraban extrañados.- ¡Ven aquí perra!- Me alcanzó y grité por ayuda, pero fue en vano, generalmente los coreanos no se meten en asuntos ajenos.

-Detente por favor, no hay razón para...- Me empujó hasta chocar con un auto que estaba a punto de salir. Ahogué un grito al ver como frenaba bruscamente, de no ser así me hubiesen hecho añicos. Vi como alguien se apresuró a bajar del auto, por su manera de caminar estaba muy, muy enfadado.

-¡¿Estás loco?!- Lo sujeto bruscamente de la camisa.- ¡Respeta a las mujeres!-Dicho esto lanzó un golpe en dirección a su rostro, el cual fue recibido gustosamente por Daehyun. Me incorporé en silencio, el extraño chico se fijó en mí y me ayudó a levantarme.- ¿Te encuentras bien? ¿Te hizo daño? ¿Quieres que llame a la policía? O mejor ¿Qué le dé una paliza?

-Eh... Sí, no, no es necesario y no vale la pena.-Baje la mirada mientras secaba unas cuantas lágrimas que rodaban por mis mejillas.

-Tu cuerpo me dice lo contrario.-Me extendió un pañuelo el cual acepte.-Deberías ir al médico, para corroborar de que no te ha hecho daño.

-De verdad estoy bien, muchas gracias por ayudarme.-Me incliné levemente.-No sé qué hubiera pasado si no hubiese chocado con tu auto.-Reí nerviosa.

-Probablemente estuvieras muerta.-Respondió.

-Qué sutil.-Le dije en broma.

-¿A dónde te diriges? Es peligroso que estés sola a estas horas de la noche.

-No es necesario puedo ir sola, de todas formas siempre lo hago.-Respondí restándole importancia.

-Déjame hacerlo, por favor.-Sus ojos me miraron con suplica.

-De acuerdo, pero solo lo haré porque me siento en deuda contigo.

En pocos minutos llegamos a mi destino. El chico sin nombre silbó, lo miré extrañada.- ¿Qué?

-Es bastante lejos.

-No es cierto, solo fueron unos minutos.

-Porque no hay tráfico, caminado es como una hora.

-En realidad son dos horas.-Me miró incrédulo.

-¿Caminas hasta aquí a menudo?

-Todos los días.-Sus ojos parecían salirse de sus cuencas.

-Debes estar...- Mi expresión seria lo hizo callar.- No deberías caminar todo eso tu sola.

-Ya estoy acostumbrada.-Mentí.

-¿Quién era ese chico y por qué te perseguía como si hubieses hecho algo malo?

-Es mi jefe.-Su rostro cambió totalmente.- Bueno no, es el hijo de mis jefes, él y su hermana son unos idiotas.

-¿Y por qué no renuncias?

-Eso haré, esto fue la gota que derramó el vaso.-Suspiré.-Ya debo entrar, gracias por salvarme, estaré eternamente agradecida.

-Espera.-Me detuvo antes de que saliera del auto.- ¿Cómo te llamas?

-Solo... soy la chica que chocó con tu auto.-Le sonreí.-Buenas noches.-No le di tiempo para responder pues salí del auto y entré al conjunto de apartamentos.

Al encender la luz la silueta de Haneul salió de su habitación y se postró frente a mí.

-¿Dónde estabas? ¿Tienes idea de qué hora es?-Su voz un tanto chillona llegó a mis oídos.

-Lo siento, tuve un pequeño... problema.-Me encogí de hombros mientras me descalzaba los zapatos.

-¿Y esas marcas en tu cuello? ¡Por Dios mujer! Si fue el idiota de Daehyun juro que...-La interrumpí.

-Voy a renunciar, no hace falta.-Entre a mi habitación.

-¿Qué pasó?-Dijo siguiéndome y posteriormente sentándose en mi cama.

Le hice una breve reseña de lo que pasó mientras me escuchaba atenta y de vez en cuando su boca formaba una ''o''.

-¿Cómo se llama el chico?-Chilló emocionada.

-No lo sé.-En respuesta recibí un almohadazo en la cara.-No quise saberlo, ni siquiera le dije el mío.

-Que eres tonta niña.-Se levantó.-Mejor descansa, tu cena está en el microondas por si tienes hambre.

-No tengo hambre, buenas noches Han.-Le respondí, ella apagó la luz y salió de mi habitación.

Miré el techo por unos segundos recordando el rostro tan fino y delicado que tenía ese chico, sonreí ante su imagen, cayendo profundamente dormida.

Amor entre barrerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora