Fix You

3

Lo que se puede decir del celo de un alfa, no es mucho que no se sepa.

Son agresivos, incluso más de lo que su naturaleza les obliga a ser. Son impulsivos, sobreprotectores, pero también son cuidadosos y amorosos. Claro, sólo si su omega está presente.

Y Harry Styles quiere a su omega, lo quiere con tantas fuerzas que cree que le romperá el cuello al primero en cruzar una palabra con él.
Se está conteniendo, está apretando sus puños como nunca antes, está aguantando la respiración cada que alguien lo mira de reojo.
No quiere hacer un circo porque entonces pondría en vergüenza su imagen y su omega no se sentiría orgulloso, así no es como lo criaron.

"Aún tenemos que sedarlo, señor Styles."

Harry gruñó tanto como sus cuerdas vocales dañadas se lo permitieron. Cerró los ojos.

"Yo... yo no debería decirle esto pero... yo conozco a su omega, señor."

Harry abrió los ojos de golpe y su respiración se hizo más constante, más fuerte pero temerosa.

"Pero no voy a decir más si no me deja hacer mi trabajo."

Vieja bruja.

Harry frunció el ceño pero dejó que la enfermera hiciera lo que tenia que hacer.

Esperó exactamente tres minutos, después, miró impaciente a la señora y ésta rió.

"Él es un hombre maravilloso, señor, es el hombre más tierno y amable que yo haya conocido. Sin embargo, déjeme decirle que no todo lo mostró en cuanto nos conocimos." Harry la miró con los ojos entrecerrados pues el sedante estaba haciendo efecto. "Va a tener que trabajar mucho con mi Lou, señor, así que será mejor que descanse."

Lou.

Lou...

(...)

"... nadie va a hacer nada que tú no quieras, Lou, pero sé que entiendes lo que tienes qué hacer si quieres seguir..."

"¿Viviendo?"

Mike miró al suelo, aún tomando la mano de Louis.

"No tengo que decirte nada más, Lou."

"¿Puedo... puedes dejarme solo un segundo?" Mike lo miró dudoso. "Estaré bien, solo necesito un tiempo para pensar."

Cuando Mike cerró la puerta detrás de él, fue como si toda esta situación lo volviera a azotar.

Era un maldito día normal, las rondas eran normales e incluso no había tanto olor a sangre en su sala. Era una gran guardia.

Pero ahora tenía alfa.

Un alfa que había llegado a su sala con un disparo y su vida a punto de acabarse.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Cómo debe sentirse?

Tenía qué estudiar.

Tomó la intravenosa y la quitó de su brazo, se sentó en la camilla y suspiró.

¿Dónde buscar? ¿Habían a caso libros especializados en los sentimientos de un omega? Y, si los hubiera, ¿también estarían plagados de estereotipos?
Louis creía que sí.

"¿A dónde tan rápido, comisario?"

"Déjame en paz, molestia."

Gwen rió, se quitó la bata y tomó a Louis del brazo.

"Tú no puedes salir de aquí. Tengo que hablar contigo."

Louis rodó los ojos pero no se movió.