DAVID Y GOLIAT.

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Soco y Azeca en Efes-damim
Que es cesación de sangre.
Un valle que separa dos montes,
Un valle que separa dos ejércitos.
Un valle que separa a Israel y Filistea.
Un valle que separa lo santo de lo pagano.
En uno se juntaron los filisteos, se plantaron
Para guerrear contra el pueblo de Dios.
Otro monte, El Árbol Fuerte,
Hospeda las filas hebreas
En el valle de Ela.

Del campamento filisteo
Sale al encuentro un Gigante de Gat,
Es el paladín Goliat;
Carga en su hombros cubiertos de bronce
El orgullo de Filistea.
Seis codos y un palmo de soberbia.
Soberbia broncínea
Resonando en sus pasos.
Se alza con espada, lanza y jabalina.
Firme se siembra, ante el campamento de Israel
Dardos de lisonjas lanza;
Dardos encendidos que detonan,
Explotan entre los hebreos,
Incendian sus corazones en el hielo del pavor.

¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?
¿No soy yo el campeón y vosotros mis oprimidos?
No había hombre con fe que se levantare contra él.
Saul, Eliab, Abinadab, Sama.
Todos se turbaron.
El que tiene el corazón en las armas carnales, se turba
Cuando aparece un gigante.

Cuarenta días y cuarenta noches,
Mañana y tarde;
Escurre sudor
Por sus narices;
Marchan en orden de combate
Con el grito de guerra;
Marchan con sus pies preparados
Con lanzas que caen
Sobre la tierra.
Intentan aturdir sus miedos,
Sofocar en el eco
Los ruidos que les ruegan retroceder
Pues marchan con el corazón en sus armas
Y no en Jehová Sabaot.

El filisteo, en medio de las filas,
Se alegra, es el día de su victoria (se dicen).
Su brillante semblante
Sigue a Goliat,
Abriéndose paso entre su ejército
Para hacer tiritar a los hebreos
Y detener sus vanas marchas.

Desde el campamento filisteo
Se mira a un ejército israelita
Turbado, revuelto, escandalizado;
Sale polvo de en medio de él,
Miles de pies que no saben a dónde ir.
Son como hormigas dispersas
Cuando la planta de un pie se estrella sobre la tierra.

Pero esa pared de polvo se disipa en el cielo;
Se detiene el ejército ante una quietud inexplicable
Que limpia el silencio.
Sale entre los soldados un muchacho,
Un joven, pastor de ovejas, se llama David.
Va a la línea de batalla para encontrarse con Goliat.
Sin armadura,
Sin espada, lanza o jabalina.
Con un cayado en su mano,
Una honda, cinco piedras lisas
Y una fe inquebrantable
En el Dios Todopoderoso.

El orgulloso gigante injurió
¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?
Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.

Pero el pequeño pastor respondió con fe:
Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina;
Mas yo vengo a ti en el nombre de
Jehová de los Ejércitos,
El Dios de los escuadrones de Israel,
A quien tú has provocado.
Y qué oscura tristeza,
Qué terrible
Es caer en manos del Dios Vivo
A través del callado de un pastorcillo.

Al altivo Jehová lo mira de lejos
¿Qué será del gigante de Gat?
Que su discurso es combatido
Por las duras palabras de un joven pastor.

Goliat cerró su boca.
Tuvo miedo.
La fe del pastorcillo era más grande y fuerte
Que la soberbia de Goliat.

Jehová te entregará hoy en mi mano,
Y yo te venceré, y te cortaré la cabeza,
Y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo
Y a las bestias de la tierra;
Y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.
Y sabrá toda esta congregación que
Jehová no salva con espada y con lanza;
Porque de Jehová es la batalla,
Y él os entregará en nuestras manos.

El filisteo alza su pesada espada
Corre contra David agitando sus grebas de bronce.
El pequeño pastor hace hondear una piedra
Que se clava en la frente del gigante.
Goliat cayó.
Corrió David hacia el cuerpo del paladín caído,
Le cortó cabeza con su propia espada.

Huyeron los filisteos.
En el camino de Saaraim, Gat y las puertas de Ecrón cayeron heridos.

El linaje del Mesías aplastó la cabeza de la serpiente.

Cuando Jehová acompaña al guerrero
Los palos y piedras prevalecen contra las mejores armas.

¿Dónde está Dagón?
¿Dónde está Baal?
¿Dónde está Astaroth?
Todos los dioses paganos y los ídolos se inclinan ante el único Dios Vivo, Santo y Verdadero: Jehová.

...

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