Estás en un pantano burbujeante.
El líquido es negro y pesado; tu pecho se sofoca
Bajo el peso del fango.
Lo buitres hacen nido en tu cabeza;
La locura da martillazos a tu mente
Y los picos de las aves te arrancan cabellos.
Alguien te persigue, y corres por el callejón sin salida:
Pisando charcos de lodo,
Tropezando cada vez que la bestia ladra.
No sabes quién te persigue.
Una sombra voraz ruge; el frío oscuro tuerce tu piel.
Pero no sabes quién te persigue.
Lloras sólo en tu cuarto, deseas nunca haber caído.
Buscas ayuda fuera, no la encuentras;
Y las púas desgarran tu corazón:
Queda un amasajo de carne con venas destrozadas.
Lloras pus verde, amarillo, morado, negro.
Tiras de tus cabellos como pasto que deja nacer insectos,
Que debe ser podado antes de abrevar más animales.
Pero de él sale una serpiente negra; sus ojos, amarillos encendidos;
Una raya oscura en medio de ellos y su lengua negra.
Te quiere estrangular con su largo cuerpo negro.
Es un cilindro de músculos pesadísimos como acero.
Desea ferviente exprimir tu sangre de tus entrañas,
Destrozar tus huesos lentamente: primero uno, luego otro, y el otro, y el otro;
Hacer saltar tus ojos de su lugar,
Morder con su veneno tu corazón,
Y tragárselo.
La conciencia de pecar es un tormento,
Un infierno en vida.
Vivir lejos de Jesús es indecible,
Cuando se es consciente.
...
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