◼ Único capitulo.

617 80 22
                                    

OneShot como pago al trato/ acuerdo/ negocio/ chantaje con xGeychou1

Jehiel, sé que pediste un AU. Entrenador—Alumno, pero lo siento. Cuando lo comencé, de alguna forma terminó así. Espero que te guste.

Cursiva: Pasado.
Normal: Presente.

ONE SHOT PUBLICADO EL 31/DIC/2017
RE-SUBIDO EL 12/ABRIL/2020

Disfruten~
ByeByeNya 🐾



Yuri Plisetsky puede contar con los dedos de una sola mano todo aquello que más ama en el mundo. Lo que lo hace ser quien es, lo que le motiva y da felicidad. Cosas por las que es capaz de luchar, contra todo y todos, contra la soledad y la tristeza, superando obstáculos y retos para lograr todos sus propósitos, cumplir sus sueños y alcanzar las metas que desee.

Potya cuenta como el pulgar. Su gata es su única amiga, siempre esperando que Yuri regrese de la escuela para jugar con él, dejando más de un rasguño y marcas de mordidas como recuerdos de sus momentos juntos. Siendo aquel cojín mullido y ronroneante que se deja apachurrar cuando las lágrimas silenciosas de su dueño son liberadas entre sueños y recuerdos dolorosos.

El dedo índice sería su abuelito, esa persona que ha estado con él en cada aspecto de vida, amándolo y protegiéndolo como un padre guía a su hijo y una madre venera a su bebé. Porque él no tiene mamá ni papá, se lo dice una y mil veces para olvidar que lo han abandonado a su suerte. Pero está bien, su abuelito está con él, Yuri no los necesita. En su pequeña familia hay amor, comprensión, apoyo y diversión.

El dedo medio es el mismísimo Yuri, porque si algo ha aprendido a tan corta edad es que debe amarse, que sí no se ama él ¿quién más va a hacerlo? Si quiere valer, debe darse un valor propio. Su abuelito y Potya lo aman sin importar cuán testarudo sea o cuántas veces olvide dejar comida en el plato antes de salir, si alguien más va a amarlo que lo haga con todos sus defectos.

El patinaje artístico es su dedo anular. Yuri adora patinar. Es liberador. Deslizarse sobre el hielo, balanceándose en las cuchillas al ritmo de la música que le gusta, los latidos de su corazón rompiendo el silencio cuando está solo. Pensando en nada más que saltos y piruetas, en la música y secuencias de pasos, en ser el mejor. Porque cuando patina siente que puede lograr cualquier cosa; se vuelve sencillo olvidar a sus padres y su abandono; siente que puede lograr ser un nieto que cause orgullo y así devolverle a Nikolai algo de lo mucho que le otorga cada día; confía en que ganará muchos patrocinadores y tendrá el dinero suficiente para comprar más juguetes para Potya, comprarle la mejor comida para gatos, esa de los comerciales que pasan por las mañanas cuando el abuelito ve el noticiero; desear se convierte en una posibilidad real al imaginarse como el mejor patinador del mundo, que su nombre sea una leyenda, que su esfuerzo sea reconocido; y también siente que puede llegar a ser amado por su dedito meñique: Yuuri Katsuki.

Yuri Plisetsky descubrió la existencia de Yuuri Katsuki por la transmisión televisiva del Grand Prix. Esa semana fue recluido en casa gracias a un resfriado y, mientras el abuelito trabajaba, él veía las competencias Junior. El japonés captó su atención como pocas cosas han logrado hacer, solamente con su secuencia de pasos y una rutina tan compleja que Yuri sólo despegó la mirada del televisor al sentir los colmillos de Potya en el brazo, intentando liberarse del abrazo estrangulador que le daba por la emoción que experimentaba. El chico de cabello negro y ojos achocolatados en la televisión era la joven promesa del patinaje y uno de los mejores en su país a tan corta edad. Yuri tuvo una nueva meta, decidió que patinaría junto a Yuuri, que sería tan bueno como Katsuki, que lo enfrentaría algún día en la misma pista.

El único mundo que conocí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora