Prólogo

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Habría que ser masoquista para estar aquí, pero es que era demasiado masoquista, que a pesar de todo yo misma seguía lastimándome, anhelando que nunca se iba a dar.

A pesar de todo, sigo regresando a nuestro lugar, y es que me aferraba tanto a esto, a todo lo que había soñado a tu lado, las cosas que una vez tu y yo habíamos imaginando, esperaba que después de todos estos meses, tu regresaras y me dijeras que habías cambiado de opinión, que te dolía estar sin mi, y que ha pesar de todo, tu me amabas y querías luchar por mi amor, yo sin duda habría corrido a tus pies sin dudarlo ningún momento.

Aquel día supe de tus verdaderas intenciones, dolió, dolió tanto que creí que en verdad el corazón se estaba quebrando en miles de pedazos, literalmente, alguien me había contado de un corazón roto, y todo lo que habría de hacer para recuperarme.

Pero creó que el comer helado y ver películas de amor, no funciona, al menos no en mi, tengo pesadillas, donde revivo cada noche la misma escena, donde me son reveladas tus verdaderas intenciones, han pasado seis meses y he llorado todas las noches, y hoy por fin puedo decir, que ya no quiero llorar mas, ya no puedo seguir cuidando un amor que se ha marchitado.

Reconozco que te ame, demasiado, tanto que mi pecho quería explotar cada vez que te veía, y que habría hecho todo lo que tú me pidieras, cualquier cosa sin excepción, hubiera dado todo de mi para estar contigo, para demostrar que en verdad te amaba, pero era el momento de decirte adiós. 

Miré por última vez el lugar, lo iba a extrañar, sin embargo necesito sanar mi corazón por completo.

-No hagas una locura- fue lo que me dijo Danielle antes de salir de su casa, pero es que esto no es una locura, me estoy despidiendo de todo, todo lo que no me deja seguir adelante.

El acantilado es muy bello, al menos lo que en el se ve, el río esta más enojado que otras veces, puede que regresé mañana, esta haciendo frío, ¡NO!  Debo tener fuerzas y convicción, ya me decidí y lo pienso hacer.

Me acerco a la orilla del acantilado, me quito mi chaleco, el frío cala mis huesos, el aire choca contra mi cuerpo entero y me estremezco, trato de no mirar hacía abajo, me abrazó, agarro aire, cierro los ojos.

Lo único que veo es oscuridad puede que hasta este viendo de frente a la muerte, porque la muerte no es luz, es oscuridad y temor.

Sin embargo para mi la palabra muerte no existe, tal parece que ésta, se empeñó en abandonarme por la eternidad.

"Creí que solo iba a quedar el dolor, y que nuestro amor se perdería en la noche, que yo jamás podría vivir con esto, creí que nunca mas podría amar a alguien como te ame a ti"

Cayendo por Ti...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora