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Las luces brillaban aún en los marcos de las ventanas y las puertas, pues los adornos de Navidad aún no habían sido quitados. Las casas mantenían sus luces interiores y exteriores encendidas, sin embargo no parecía que alguien estuviera dentro.

Eso ponía nervioso a Tweek.

Caminaba sin rumbo fijo por South Park, nervioso y tembloroso, sólo como el podía estar.

Y mientras observaba el oscuro firmamento que ocultaba sus estrellas con grandes nubes oscuras cargadas de agua, se preguntaba donde estaban todos.

Pensó que era la lluvia.

Pensó que era porque casi sería medianoche y que todos dormían.

Pensó que era porque había alguna especie de fiesta a la que no lo habían invitado.

La paranoia lo estaba consumiendo lentamente...

Pensó que todos habían desaparecido.

Pensó que quizás el era el único en el planeta.

Poco a poco...

No.

No podrían dejarlo solo.

No se dio cuenta cuando sin querer había llegado a un pequeño puente recién inaugurado a las afueras de la cuidad.

Asomó su cabellera rubia para poder mirar hacia abajo. Una débil corriente de agua arrastraba basura como botellas, papeles y demás.

Posó sus manos en el frío barandal de metal plateado y un escalofrío recorrió su columna como una rápida caricia.

El cielo parecía que le daba la espalda. Una esponjosa espalda.

Una tenue y blanquecina luz era todo lo que se podía divisar.
La luna estaba llena y despierta.

Respiró profundo, inhalando el aroma a humedad y tierra mojada. Relajando cada parte de su cuerpo tembloroso.

Sus cabellos y ropajes se movían al compás de la suave brisa. Se deleitaba con el profundo silencio, y podría decir, que era sólo para el.

Una dolorosa punzada se estableció en su cráneo haciéndolo llevarse las manos a sus cabellos y halarlo con desespero.

Un mareo lo hizo vomitar y un sangrado de nariz lo asustó.

Dio un grito ahogado al mundo que lo ignoraba.

¿Qué hago aquí?

¿Dónde estoy?

¿Dónde estás?

¡Ayuda!

¡Voy a morir!

¿Alguien?

—¡¿ALGUIEN?! —soltó a modo de chillido lastimero.

—¡TWEEK!

Lentamente el rubio volteó su rostro del charco de sangre a sus pies hacia el llamado.

Una silueta se dirigía hacia su dirección por el oscuro puente, soltando de ves en cuando una nube de vapor.

¿Un tren?

¿Un gnomo muy alto?

Los tics se colaron en el pequeño cuerpo del rubio, obligándolo a realizar bruscos movimientos y a sacudirse en el lugar.

—N-no ¡Aléjate! ¡No te me acerques!

¿Quién soy, quien soy?

¿Dónde estoy, dónde estoy?

—¡TWEEK! —la figura ahora se encontraba demasiado cerca.

—N-no me to-toques.

Un cálido abrazo lo rodeó con delicadeza y ternura.

¡BASTA, BASTA!

¡QUE NO TE TOQUE!

—Todo está bien Tweek, todo está bien.

El rubio se retorcía en el pecho del extraño sujeto, cuando algo lo detuvo.

Ese olor.

Esa suavidad.

¡NO NO!

Esos labios tibios sobre su frente y... Esa voz.

—Estoy aquí Tweek, estoy aquí.

—¿Q-quién soy? —preguntó débilmente.

—Te llamas Tweek Tweak.

—D-donde-

—Tienes 18 años. Vives en South Park, Colorado. Tus amigos son Stan, Kyle, Kenny, Token, Clyde, Butters y dudosamente Cartman. Amas el café y odias que le pongan leche. Te gusta jugar con Legos y pistas de autos. Tus padres dirigen una cafetería y te aman mucho. Y yo... Soy tu novio, Craig.

—¿N-novio...?

—Hoy es año nuevo y te escapaste por tu ventana para ver los fuegos artificiales cuando dijeron que este año no los lanzarían.

—Y-yo...

—Tienes amnesia y esquizofrenia leve-

—¿Qué hora es? —solo eso pudo modular débilmente.

—Falta un minuto para medianoche —le dijo con suavidad.

¡Es mentira!

¡Dejalo!

Podemos confiar en él...

¡Miente!

—Craig... —saboreó la palabra en su boca y se deleitó con la dulzura de las palabras de su novio, acomodandose entre sus brazos de algodón.

—Te amo Tweek. Je t'aime. Ik hou van je. Ich liebe dich. Ti amo.

—¿Q-qué dices? —se separó del pecho del azabache.

—Te gusta que te diga cosas en distintos idiomas. Tienes un extraño gusto por eso. —le sonrió con ternura mientras de acariciaba la desordenada cabellera rubia.

Observaba como el rubio aún no se acostumbraba a su presencia, a su toque.

Se entristeció.

Una alarma sonó desde la muñeca de Craig.

Doce en punto.

—Feliz año nuevo, Tweek.

Un beso se hizo presente.

Pequeño, delicado cual mente humana y lleno de emociones.

Un forcejeo salió a escena.

No duró mucho.

El pequeño rubio se dejó llevar por su corazón, haciendo caso omiso a las voces en su cabeza desde hace mucho tiempo.

¡NO!

¡NO, YO....!

¡Yo...

Lo amo...

Lo amo...

—Te amo, Craig. —suspiró entre el beso.

Ningún estallido se escuchó esa noche, ninguna luz de color se exhibió ante el pueblo de South Park, sólo dos chicos bajo la lluvia mostraron miles de los más hermosos colores mientras cerraban otro año más con un beso lleno de amor y cariño.

🌠 Happy new year, my dear Tweek 🌠 ONE SHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora