Capítulo dos.

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C a p í t u l o d o s ;

Baile entre los sillones de la sala de estar de los hermanos Salvatore, moviendo mis caderas sin parar. Estaba viva, y había despertado antes de tiempo por lo cual era un buen motivo para celebrar. Lleve la botella de licor a mi boca dando un largo trago, sin parar de bailar al ritmo de los Guns N Roses.
De repente la música se detuvo y gire mi cabeza para ver a Damon y Stefan ingresar al lugar serios y rápidamente mataron mi buen humor.

—Un poco aguafiestas de tu parte Damon.— El mayor de los hermanos me sonrió de lado.

—Sabes que odio arruinar la fiesta— Me contesto.

Por supuesto que lo sabía, ambos habíamos asistido a mas fiestas de las que cualquier persona normal podría llegar a ir en su vida entera. Sabíamos lo que era abusar del alcohol y bailar hasta que los pies dolieran demasiado para continuar.
Se acerco hacia mi y me tomo por los hombros obligándome a sentar en uno de los sillones, solté un pequeño "auch" fingido.

—Delilah, tenemos que hablar sobre Klaus— Dijo esta vez Stefan sentándose frente a mi.


Los dos parecían tener un semblante serio, no entendía que los tenía tan preocupados. Yo simplemente quería encontrarlo. Y estaba casi cien por ciento segura de que podríamos solucionar la preocupación por Elena ofreciéndole un pequeño trato al híbrido.

—Bien, escupan.— Cruce mis brazos y sonreí de manera falsa sin muchas ganas de escucharlos.

Si había algo peor que los hermanos Salvatore peleados, era ambos poniéndose de acuerdo y siendo caprichosos en cuanto a un tema especifico.


—Klaus intentó matar a Elena y ahora que Stefan volvió a recuperar su humanidad, tu híbrido decidió que era buena idea llevársela— Hablo Damon y yo fruncí el ceño.

Reí un poco ante la idea de Elena siendo usada como una bolsa de sangre, sonaba tan macabro que no dudaba que Niklaus haya tenido la idea.
Finalmente había logrado romper la maldición del sol y la luna, bueno, la falsa maldición.

—Si Klaus intenta llevarse a Elena, vamos a tener que matarlo.— Sonreí.

Nadie podía matar a Klaus, el era inmortal y yo había estado en primera fila viendo como todos sus enemigos terminaban muertos o rendidos a sus pies. Porque por mas que intentaran, nadie vence a un inmortal y mucho menos si pertenece a la familia de los Originales.


Recupere mi conciencia sintiendo como mis manos estaban atadas con un lazo hecho de hierbas que impedían que utilizara mi magia, una mujer afroamericana me arrastraba del brazo sin una gota de compasión ni delicadeza. Reconocí la puerta de la casa de la familia Mikaelson enseguida y comprendí que me estaban usando de señuelo para engañar a Klaus.
Intente resistirme, pero Atila había utilizado uno de sus mas poderosos hechizos para mantener mis poderes inhabilitados.
La encargada del aquelarre abrió la puerta utilizando magia y las doce brujas, incluyendome, ingresaron a la casa sin impedimento alguno.

—¡Klaus!— Exclamo Atila, su voz sonando como un eco en el patio principal.

Los truenos de la tormenta que se avecinaba le dieron un toque de suspenso a la situación. La vieja mujer me tomo por el cabello y me arrastro por el frío suelo de piedra, grité pidiendo porfavor que se detenga. Mis heridas volvían a sangrar y chocaban contra el cemento del piso quemando mi piel. Las lágrimas rodaban por mis mejillas sin cesar.

—Creo que vas a querer aparecer antes de que tu protegida pierda el corazón.— Atila se acerco a mi y cuando estaba por meter su mano en mi pecho alguien la interrumpió.

—No creo que eso sea necesario Atila— Habló Klaus con una pequeña sonrisa.

Sus ojos se desviaron rápidamente hacia mi cuerpo debilitado arrodillada ante los pies de la bruja que tanto odiaba, sus ojos se llenaron de lágrimas pero lo disimulo de manera rápida. Mi corazón latio demasiado rápido al ver su reacción, incluso luego de una pelea su necesidad de protegerme estaba allí.
Atila sacó una estaca de su vestido y el híbrido sonrió. Las brujas de Nueva Orleans todavía no tenían ni idea de su condición de inmortal y estaban por intentar matarlo.
Las brujas que se encontraban detrás dijeron una pequeña oración en latín y Klaus cayó de manera abrupta tomando su cabeza entre sus manos y gritando. Atila clavó la estaca en su pecho y su cuerpo se desvanecio, parecía muerto pero muy dentro mió sabía que no lo estaba. La gran bruja líder del aquelarre se dio la vuelta y extendió sus manos hacia el cielo agradeciendo a los espíritus.
Niklaus lucía como cualquier vampiro al que habían logrado asesinar, su piel se había tornado de un color grisáceo y las venas se marcaron bajo el contorno de sus ojos.
Mientras las brujas agradecían con sus ojos cerrados el poder brindado por sus antepasados, el hibrido se recompuso intercambiando una fugaz mirada conmigo.

No agradezcas todavía— Klaus se levanto rápidamente.


En dos segundos había diez cabezas rodando a mi alrededor. Atila exclamó algo en voz baja y yo grité desatando mis manos. Empujé a la bruja hacía adelante y Nik insertó su mano en su pecho tomando su corazón.》

—No pueden matar a Klaus, es inmortal, aparte no lo permitiré necesito respuestas.— Amenace con mi dedo a ambos hermanos.

—Klaus es el único que puede darme la información que necesito y ustedes no van a matarlo, a menos que quieran ser disecados por su mejor amiga— Les dije y Damon suspiro.

Me levante del sillón un poco ofendida pero también cansada de escucharlos hablar. Estaban obsesionados con salvar a Elena, y a la vez le tenían demasiado miedo a Klaus, lo cual los llevaba a pensar en sus cerebros innoperantes que podrían llegar a ser tan poderosos como para lograr matarlo.

—No lo matarán hasta que yo hable con el, luego de eso Klaus ya no es mi problema.— Tomé las llaves del auto y salí de la casa sin decir adiós.

Flares 》Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora