Isaac

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Ella venía cada sábado y se sentaba en una de las mesas del fondo a escribir en montones de folios; de vez en cuando levantaba la vista para verme tocar, pero el resto del tiempo simplemente me ignoraba.

Quería preguntarla su nombre, invitarla a tomar algo conmigo y hablar durante toda la noche... pero yo siempre había sido demasiado tímido a la hora de hacer este tipo de cosas y no sabía cómo entrarle.

La música siempre se había dado mejor que las chicas.

Además, seguro que el rubio con el que la había visto la primera vez era su novio.

Así que me limitaba a sentarme al piano, tocar una de mis piezas y de vez en cuando provocar un encontronazo intencionado entre nuestras miradas.

Me gustaba la forma en que se sonrojaba cuando nuestros ojos se encontraban y la forma en que jugueteaba con un mechón de pelo mientras estaba concentrada en el montón de papeles sobre su mesa.

Y así cada sábado.

El chico del pianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora