Cuando la vi aparecer por la puerta no pude evitar sonreír de oreja a oreja.
Tenía círculos oscuros bajo sus ojos marrones y parecía algo cansada, pero a mí me pareció que estaba más guapa que nunca.
Se sentó en su mesa de siempre, centrando toda su etención en sus apuntes de clase, mientras yo no podía concentrarme en la partitura porque no paraba de pensar en lo que llevaba una semana entera planeando.
Estuve repasando cada palabra de lo que quería decirle durante toda la noche. Lo llevaba ensayando frente al espejo, mientras me lavaba los dientes o mientras me duchaba desde hacía una semana.
Pero se me olvidó todo cuando se levantó, salió del antro sin decir nada y yo instintivamente corrí tras ella con intención de alcanzarla.
- ¡Espera! No te vayas- dije sonando demasiado desesperado.
Ella se giró y me miró confundida.
Seguro que pensaba que era algún tipo de acosador o algo así. Estupendo.De repente, todo lo que había estado ensayando mentalmente para decírselo, se borró de mi mente.
Me quedé en blanco, paralizado y mirándola como un idiota.Entonces ella soltó algo parecido a una risita y me tendió la mano.
- Soy Lily- su voz era dulce y divertida- ¿Eres el chico del piano, verdad? Me gusta cómo tocas- volvió a reír y sus mejillas se sonrojaron- El piano, quiero decir.
Reí tímidamente con ella y asentí con la cabeza.
No os podéis imaginar lo rápido que me latía el corazón en ese momento. Estaba hablando con ella, por fin.- Isaac- me presenté intentando que no se notara lo nervioso que estaba- Te he visto alguna vez por aquí- me rasqué la nuca y me contradecí a mí mismo- En realidad, te veo siempre... sé que vienes todos los sábados y como el otro día no viniste quería saber si estabas bien...
Me dí cuenta de que sonaba como un loco.
- Lo siento-me disculpé- Eso ha sonado un poco... acosador.
Ella soltó una carcajada y yo reí aliviado al ver que se lo había tomado bien.
Nos quedamos un segundo en silencio; pareció eterno.
Me fijé en que al sonreír aparecían unos pequeños huyuelos a ambos lados de su boca y que se masajeaba el lóbulo de la oreja de vez en cuando, como si fuese algún tipo de tic nervioso.
- ¿Te apetece tomar algo algún día?- me preguntó sonriendo con timidez, rompiendo el silencio.
Mi corazón dió un vuelco.
Por supuesto acepté.
Y tres años y medio después le puse un anillo en el dedo.
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El chico del piano
RomanceEl amor puede surgir en cualquier lugar y de cualquier manera... solo hace falta una pequeña mirada para que se cree la magia.