Capítulo 2. Josh Evans

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Levanté la vista del examen y la fijé en el reloj del aula. Odiaba los exámenes, y más cuando son justo unas semanas después de terminar las vacaciones de verano. ¡A quién se le ocurre! A mi derecha, Mario escribía concentrado y no pude evitar sentir una oleada de rabia que recorrió todo mi ser. En el bolsillo delantero de mi pantalón noté que el móvil vibraba y tuve que hacer grandes esfuerzos por no cogerlo y tirarlo por la ventana. Cuando el examen acabó y ya salía con Carol por la puerta, miré el móvil y vi que tenía una llamada de Josh. Casi no me lo creía cuando me vi a mi misma llamándolo. Sabía que si hacía eso me gastaría un dineral, pero aún así lo hice.

-¿Amaya? –Preguntó Josh al otro lado del teléfono.

Me quedé en blanco. Su voz se me metió en la cabeza y se me quedó grabada con fuego. Tanto tiempo hablando con un completo desconocido, pero nunca habíamos hablado por voz.

-Hola Josh, ¿me habías llamado?

Ahora parecía ser él el que se quedaba en blanco. Se quedó callado un rato y luego carraspeó antes de decir:

-Sí.

-¿Qué ocurre?

-Quería decirte que estoy en España.

-¿En España? –Pregunté casi sin creérmelo.

-Sí, y me preguntaba si querrías…

-¡Claro!

-Genial.

-Pues eso.

-Sí.

Nos quedamos en silencio un rato y Carol me miró con una ceja alzada.

-Te espero en la plaza del sol. –Dijo Josh finalmente.

-De acuerdo.

-Hasta ahora.

-Adiós.

Colgué y miré a Carol. Le había explicado lo de Josh, por eso cuando le dije casi le dio un infarto. Parecía que ella estuviera más nerviosa que yo, así que traté de tranquilizarla, lo que hacía que mis propios nervios aumentaran cada vez más. Un rato después, me despedí de ella y fui a la plaza del sol. Busqué con la mirada a Josh, pero había un pequeño problema: ¿Cómo nos encontraríamos si yo no sabía cómo era él y Josh no sabía cómo era yo? Alguien posó una mano sobre mi hombro sobresaltándome. Me giré de golpe y tuve que levantar la mirada porque el chico frente a mi me superaba en altura, una cabeza o un poquito más. Tenía los ojos azules como el firmamento y sus labios formaban una muy leve sonrisa que costaba de identificar. El cabello levemente rizado y castaño le caía por la frente, un poco enredado. Se notaba que era deportista, pero nada exagerado. Llevaba puesta una camiseta de manga corta un poco vieja, unos tejanos levemente rotos por las rodillas y unas deportivas. Traté de que no me temblara cuando murmuré:

-¿Josh?

-Amaya. -Susurró desviando la mirada.

Parpadeé y me pregunté cómo había sabido quién era. No pude evitar preguntárselo.

-¿C-Cómo me has reconocido?

-He visto que buscabas a alguien, así que me lo he imaginado.

Noté en su manera de hablar que tenía un muy, pero que muy, leve acento inglés, casi imperceptible, pero yo lo noté porque estaba totalmente pendiente de lo que decía y hacía. Sonreí y él también lo hizo lentamente. Nos quedamos así un buen rato hasta que Josh se giró y me dio la espalda. Fruncí el ceño y traté de ver lo que hacía, pero no lo supe hasta que me vibró el móvil.

"Por aquí es menos incómodo, eh"

Me reí y él se giró de nuevo entre risas. Asentí con la cabeza y, finalmente, hizo lo que hacía tiempo deseaba que hiciera, se adelantó y me abrazó con fuerza.

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