Wake Up

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La luz solar que se instalaba en la habitación era cada vez más molesta, y Agoney soltó un gruñido a tiempo que se giraba a la derecha para estar aún más pegado a...

Espera, ¿y Raoul?

El canario frunció el ceño a tiempo que se incorporaba en la cama. Frotándose los ojos hasta acostumbrarse a la luz, miró hacia el resto de la estancia. Ni rastro de Raoul.

Salió con paso lento de la habitación y se dirigió a la zona de aseo, donde se encontró con Nerea, que estaba haciéndose una coleta para la clase de yoga.

- Buenos días -la saludó con una sonrisa.

- Buenos días, Ago.

Mientras mantenían una conversación sobre cómo iban con los respectivos temas que les había tocado esa semana, Raoul apareció para dar un último retoque a su pelo. A pesar de que ya estaba perfecto, tenía que asegurarse de que ni un solo pelo se movería de su sitio.

Agoney le miró de reojo mientras trataba de escuchar lo que Nerea le contaba. Era un poco difícil cuando Raoul parecía estar pasando de él.

El moreno frunció el ceño por segunda vez en el día cuando el catalán se alejó sin haber dicho palabra alguna.

¿Qué coño le pasaba?

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Raoul suspiró pesadamente al salir de los lavabos. No sabía muy bien por qué, pero al despertarse y ver a Agoney tumbado a su lado, abrazándole tan fuerte y con esa sonrisa tan adorable que le caracterizaba, se sintió tan feliz que tuvo que huir. Le asustaba sentirse tan bien entre los brazos del canario. Se sentía en casa, y no quería tener que lidiar con las preguntas de sus compañeros. Ya eran suficientes las que él mismo se estaba haciendo.

Una parte de él le empujaba a los brazos de Agoney, quería seguir sintiendo su calor, quería mirarle a los ojos sin tener que apartar la mirada por vergüenza y besarle tantas veces como su cuerpo se lo pidiese.

Joder, quería aceptarse de una vez.

La noche anterior se había dejado llevar y casi se entregó por completo al canario, pero ahora las dudas volvían a ganar terreno. No quería hacer daño a Agoney, y sabía que evitarle no era la solución, pero tenía miedo de perderse en sus ojos como lo hizo la noche anterior.

Las voces de sus compañeros le obligaron a aparcar sus pensamientos y concentrarse en las instrucciones que iba a recibir por parte de la profesora.

Tras una serie de ejercicios, Xuan les comentó que, para relajarse aún más, recibirían y darían un masaje.

Raoul miró tímidamente al resto de sus compañeros, que ya iban encontrando pareja. En realidad quería ponerse con Agoney y pedirle perdón por haber pasado de él durante toda la mañana, pero no podía moverse.

Obligándose a alzar la mirada, se encontró con aquellos ojos que tanto le gustaban. Tragó saliva y, al ver que el moreno no apartaba la mirada, decidió ir hacia él.

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Sin decir una sola palabra, Agoney se tumbó a la espera de que Raoul comenzara el masaje. Lo cierto es que parecía arrepentido por la actitud que había mostrado, pero no pensaba dejarle ver cuánto le había dolido su indiferencia.

De ninguna manera.

Lo cierto es que las manos del catalán eran pura gloria, y Agoney no pudo ocultar la sonrisa que se formó en sus labios. Pensó en lo bien que se sentía que Raoul le acariciase, y en qué más sabrían hacer esas prodigiosas manos. Tendría que empezar a controlar sus hormonas si no quería acabar teniendo un accidente delante de todos sus compañeros.

Tras unos cinco minutos, las caricias del rubio cesaron, por lo que el canario se vio obligado a incorporarse poco a poco. Quedándose de rodillas, conectó sus ojos con los del más pequeño. Se permitió dedicarle una pequeña sonrisa, pues realmente parecía arrepentido.

En realidad Agoney se moría por pellizcarle las mejillas y preguntarle qué le había pasado esa mañana, pero no era ni el momento ni el lugar.

El catalán se tumbó y Agoney le levantó la camiseta para tener buen acceso a su espalda, poniendo sus manos sobre esta y empezando a masajearla.

Raoul sentía una paz inmensa en aquel instante. Durante los minutos en los que los dedos de su compañero recorrían su espalda, no pensó en nada más que no fuera lo bien que se sentía.

Podría estar así toda la vida.

Como todo lo bueno dura poco, Raoul se mordió el labio cuando dejó de sentir la calidez de las yemas de su canario favorito. Tras bajarse la camiseta, se levantó e imitó el gesto que antes había recibido por parte del moreno, y le dedicó una tímida sonrisa. Aún estaba avergonzado, pero por lo que había visto suponía que Agoney ya no estaba enfadado con él. O al menos no lo demostraba.

Una vez recogieron las esterillas, Raoul esperó a que todos sus compañeros se dispersasen y se acercó a Agoney.

- Soy un imbécil, lo sé.

Agoney no pudo evitar reír ante lo directo que era el contrario. Le gustaba que fuera así, para qué negarlo.

Le gustaba bastante.

Mucho.

- Al menos lo reconoces.

El rubio sonrió ante aquel comentario y encogió los hombros.

- Qué puedo decir, es algo que estoy intentando mejorar -hizo una breve pausa-. De todos modos, creo que no te molesta demasiado que sea así.

¿Tenía que ser así de burlón siempre?

Tras ver que no iba a comentar nada más, Agoney dio un paso hacia adelante, notando cómo Raoul se tensaba. Ninguno quería apartar la mirada, y quién sabe cuál hubiera sido el siguiente movimiento que habrían realizado si las cámaras hubiesen estado apagadas.

- Ya, y creo que a ti te encanta que no me moleste, ¿o me equivoco?

Sin pesar demasiado, se inclinó hacia delante y besó la nariz del rubio. Apartándose con una sonrisa de medio lado, salió de clase dejando atrás a un acalorado Raoul.

Una mano en su hombro hizo que se girase para ver la amplia sonrisa del rubio, que ya parecía recuperado.

- Tienes razón, ¿sabes? -dio un paso hacia Agoney-. Me encanta que no te moleste -recorrió el cuerpo del contrario con la mirada-, de verdad que me encanta.

Dicho esto, se inclinó hacia delante y besó rápidamente la nariz del canario, tal y como había hecho este antes.

- Raoul...

- ¿Sí?

- No me provoques.

El catalán soltó una carcajada y se lamió los labios.

- Créeme, Agonías, tú sí que me estás provocando.

¿Quería jugar? Pues bien, jugarían, pero lo harían los dos.

A partir de aquí empezaría el juego que les daría la vida, y ninguno de los dos estaba dispuesto a perder.


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HOLIIIII, FELIZ AÑO NUEVO A TODES <3. Quería haber subido ayer capítulo, pero sinceramente no tenía inspiración y he preferido dejarlo para hoy. Sé que es más cortito que los anteriores, pero espero que os guste y os suba el ánimo por las nominaciones de ayer *llora en holandés*. ¿A quién vais a votar? :(

Una vez más, quiero daros las gracias por los comentarios tan geniales que me dejáis, porque me animan muchísimo a seguir ^^

Million Reasons [RAGONEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora