XO

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Raoul no había vuelto a hablar con Agoney en todo el día. Entre el pase de micros y los ensayos que había tenido con Alfred, no había vuelto a ver al canario. Lo cierto es que se moría por ver de nuevo su perfecta cara. 

Tras el extraño tonteo que habían mantenido aquella mañana, ambos habían dejado claro que tenían ganas de jugar. Raoul tenía planes de provocar a Agoney cada vez que le fuera posible. Cuando las cámaras estuviesen operativas trataría de ser lo más sutil posible, pero no iba a dejar pasar ninguna de las oportunidades que se le presentasen. Había decidido dejarse llevar y evitar pensar tanto. Estaba claro que su atracción por Agoney iba en aumento, y la tensión que había entre ellos no había hecho más que aumentar tras el momento tan íntimo que compartieron en el salón el día anterior. Raoul no había olvidado el contacto de los labios del canario sobre los suyos. Eran droga pura y tenía unas ganas tremendas de volver a probarlos. 

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Cuando supo que las cámaras ya estaban apagadas, decidió que ya era hora de buscar a su compañero. 

Lo encontró en la terraza; de pie y con los ojos cerrados, respirando el aire fresco. El rubio entró sin hacer el más mínimo ruido, y una vez estuvo detrás de Agoney, puso ambas manos en sus ojos. Aunque estaba de espaldas a él, estaba seguro de que una sonrisa se había formado en sus labios. 

- Vaya, ¿no serán estas las manos del chico más guapo de toda la academia?

Raoul sonrió ampliamente antes de contestar.

- Creo que no, ya que no son las tuyas -respondió mientras bajaba los brazos. 

Agoney soltó una carcajada a la vez que se daba la vuelta.

- Creo que estás un poco ciego -sonrió tímidamente-, pero gracias por el piropo. 

- Ay, de verdad que eres un Agonías. ¿En serio no te das cuenta de lo guapo que eres? A mí me pones muchísimo, deberías saberlo ya. 

El canario se mordió el labio y dio un paso hacia delante, dejando escasos centímetros entre su cuerpo y el del rubio. 

- A mí también me pones muchísimo. Joder, no sabes cuanto. 

Esta vez fue el catalán quien dio un paso hacia delante, pegando casi por completo sus cuerpos. Soltando un suspiro, puso ambas manos sobre las mejillas de Agoney y le atrajo hacia él. 

- Dímelo, Ago. Dime cuánto te pongo.

En ese mismo momento Agoney unió sus labios con los del rubio en un apasionado beso. Puso una mano en su nuca mientras la otra se encontraba en su pecho. Raoul bajó entonces las manos hasta el culo del canario, agarrándolo con fuerza, consiguiendo así que un gemido del moreno se escapase contra su boca. 

Se separaron para coger aire y juntaron las frentes. Ambos tenían la respiración agitada y las manos temblorosas. Raoul acarició la mejilla de Agoney y se separó lo suficiente como para poder mirarle a los ojos. 

- Me encantas. Lo sabes, ¿verdad?

- Lo sé -contestó el moreno con una sonrisa triunfante.

- Es solo que -dudó por un momento- no estoy preparado para ir más allá. No es que no quiera, porque sabes que en realidad me encantaría cogerte y no soltarte. Pero, no sé, es como si mi cuerpo no me lo permitiese en estos momentos. 

- Raoul, no busco acostarme contigo. Quiero decir que no es lo único que busco, porque claro que me gustaría -soltó una risa nerviosa-. Qué vergüenza, madre mía. Lo que intento decirte es que no quiero que pienses que tenemos que hacerlo ya, porque entiendo perfectamente que tienes que estar preparado y aún no lo estás. Me contento con poder besarte, de verdad te lo digo.

Million Reasons [RAGONEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora