Uno

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- ¡HINATA IDIOTA! NO PUEDES CANTAR SIMPLEMENTE NORMAL – gritaba un sonrojado Kageyama a un desafinado y bailarín Hinata que parecía no poder contenerse con aquella canción.

- ¡¿De que hablas Bakayama?! Lo normal es bailar cuando se canta "Nigth on Fire", ¿qué acaso no sabes de música? – contestaba el enano algo irritado por la interrupción, dejando de lado el micrófono.

- ¡¿AH?!, ¡¿DESDE CUANDO ERES UN EXPERTO?!

- ¡DESDE QUÉ TU ERES UN IDIOTA!

Y ahí van de nuevo, ¿Cuántas veces han discutido en el día?, ¿cinco?, la verdad ya perdí la cuenta. No me queda más que utilizar lo último que me queda de paciencia para no asesinar a ese par de idiotas mientras Yamaguchi trata de calmarlos. ¿Cómo fue que terminé en esta estúpida situación? Ah, cierto, es por "él".

Recapitulando, todo comenzó hace algunos meses, con el comienzo de clases. Actualmente soy un estudiante de primer año en la Preparatoria Karasuno en la que, por cierto, también estudió mi hermano, sin embargo él no tiene nada que ver con que yo haya elegido esta escuela, la verdad es que simplemente queda cerca de casa y de alguna forma asistir a esta es como una "tradición" familiar. El primer día de clases no fue la gran cosa: la ceremonia de bienvenida, los maestros obligándonos a presentarnos ante la clase y todos conversando tratando de hacer amigos algo en lo que, por cierto, no soy bueno, tampoco es que quiera tenerlos, tengo uno y con él me sobra y me basta.

Durante el almuerzo me reuní con Kageyama, mi mejor y único amigo. Él y yo somos amigos desde la infancia, asistimos al mismo preescolar y misma primaria, estando incluso todos los años en la misma clase, sin embargo durante secundaria nuestros caminos se separaron debido a nuestros intereses, y ahora nos volvemos a reunir aunque no compartimos clase.

- ¿Te unirás al club de Volleyball? – me pregunta sin mirarme a los ojos y mientras se decide frente a la máquina que bebida elegir.

- Tal vez, es lo más probable – respondo con desinterés.

- Tienes talento, no deberías de desperdiciarlo – me dice al momento en que saca de la maquina una cajita de leche.

- ¿No será que "el Rey" se siente sólo sin mí? – le respondo con burla y el frunce aún más las cejas.

- Ya te dije que no me gusta ser llamado así.

- ¿Porqué? Es una gran apodo, ya quisiera yo tener uno así, "el Rey de la cancha", aunque claro, no por tus mismos "méritos" – en ese instante me toma del cuello y nos mantenemos la mirada. Sé que para muchos parecemos más enemigos que amigos, pero nuestra relación es así, nos decimos la verdad el uno al otro, sin rodeos, por más cruel que sea y es esta la base de la confianza mutua y de nuestra amistad, aunque admito que me gusta molestar a Kageyama. Al principio no nos llevábamos bien, pero al ser dejados de lado por nuestros compañeros de clase por nuestras personalidades, literalmente no nos quedó de otra que juntarnos solo para pasar el rato, nos dimos cuenta que teníamos más en común de lo que pensábamos y con el tiempo surgió la amistad.

- Como sea... – dice mientras me suelta – por lo menos yo no pongo de pretexto a mi hermano – habla con una mirada altanera.

- No lo pongo de pretexto, él no tiene nada qué ver. – contesto con algo de irritación – Tal vez entregue mi solicitud al club la próxima semana, tampoco hay prisa.

- Yo lo haré hoy – me dice con un brillo en los ojos. Este idiota es muy fácil de leer, especialmente cuando se trata de volley.

- ¿Y?, ¿ya aprendiste la lección?, "Rey" – pregunto haciendo énfasis en la última palabra.

Un sentimiento llamado Amor.Where stories live. Discover now