1. Visiones y recuerdos ~Miguel~

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Aun estaba atontado y traía conmigo un tremendo dolor de cabeza. Todo lo que oía a mi alrededor eran voces sumamente estridentes. Caminaba vagamente por las calles de Madrid, y he de decir que estaba algo mareado a causa del alcohol. Había salido a una fiesta, donde uno sólo bebía y bailaba sin cesar, las conversaciones eran mínimas y a la vez estúpidas. Salí y anduve despacio, deslizando mis manos temblorosas sobre una pared de ladrillo, no estaba del todo borracho como para no saber a donde ir. Lo primero era buscar el camino más sencillo para llegar a casa, la segunda era evitar zonas deshabitadas y por último acelerar mis pasos ya que era igual que una ancianita perdida. La noche era tan frívola conmigo y el viento provocaba que se me erizase la piel . Lucía una ropa bastante simple, aclarándome, llevaba unos cómodos pantalones y una camisa negra con el logotipo de un zorro. Proseguí con mi caminata hasta que me dio un tremendo dolor de cabeza, me prometí a mi mismo que no volvería a beber aquellas adictas bebidas pero nunca las cumplo como buen muchacho que soy. Curvé los labios mostrando una sonrisa por una razón simple, había terminado la selectividad. Se acabó lo de estudiar diariamente como un lacayo, mi mundo era libre de ataduras respecto al curso de bachillerato. Aspiré profundamente y tosí con brusquedad, dejándome los pulmones desgarrados. Alcé la vista y miré al cielo, estaba en Plaza España, una zona donde se reunían una variedad de personas y como era de suponer, la fiesta era en un local bastante cerca de esa plaza. Subí una cuesta hasta llegar al Metro de Callao, suspiré y no tuve otro remedio que ir a coger ese tren. Lo que fue realmente duro, fue bajar las escaleras con precaución ya que mi pie pisaba con temor a caer, pasé la ruleta con ayuda de la tarjeta de transporte. Me costó colocarlo bien porque mi mano temblaba e incluso veía algo borroso. Nuevamente debía bajar dos escaleras que al parecer parecían ser una tortura para mi débil cuerpo. Bajé todas, por suerte sin lesiones, y ya estando en el andén, me senté en uno de los fríos bancos, bueno , en este momento los consideraba sutilmente cómodos y sanos. Más que sentarme, me tumbé en el. Estuve a punto de dormirme en aquel lugar, abrí los ojos de par en par o eso intenté. Aquel sitio comenzó a llenarse de gente, claro que eso hizo que me espabilará, me levanté de aquel frío banco y esperé de pie. Me estiré tranquilamente cuando a mi lado apareció una mujer bastante mayor, sus ojos estaban decaídos , tenía ojeras e iba encorvada, mostraba una amplia sonrisa. Me miraba cada dos por tres, quizás porque olía a alcohol o en sí apestaba. El tren llegó y esperé frente a la puerta. Apreté el botón, dejé salir a la gente, tras vaciarse entré como si nada, acompañado de la anciana. Bostecé un poco, no estaba del todo lleno como para compararlo con una lata de sardinas. La señora se puso a mi lado, hubo una sacudida en el vagón a causa del balanceó y de de las curvas que había en el subterráneo. Me dirigía hacia Avenida de América, por lo que debía hacer transbordo, en la quinta parada me bajé, al igual que la señora que iba en el mismo tren. Subía las escaleras con facilidad a diferencia de otras señoras, no me demoré mucho para pasarla, llegué al anden donde debía esperar para coger el próximo tren, debía esperar seis minutos, me tiré en el primer banco. Pasaron cinco minutos y la misma señora apareció a mi lado, mis labios se curvaron y me levanté porque el tren ya vino. Subí nuevamente, bostecé y me agarré del barrote. El tren se puso en marcha y la señora se chocó conmigo, la ayudé para levantarla, aun estaba algo borracho pero eso no me impidió ayudarla. Un escalofrío recorrió toda mi espalda, la mujer me penetraba con su mirada, quizás me lo imaginé pero por un momento creí que tenía ojos de gato, eran verdes y profundos, ahora tenía menos arrugas que antes. Pestañeé al rato y vi que seguía siendo la anciana de antes, con sus ojos marrones como pozos y las anteriores ojeras, sus arrugas eran mucho más densas. La mujer sonrió e hizo gesto para despedirse ya que se bajaba en la siguiente parada. Respondí con una amplia sonrisa, quizás lo que vi había sido simplemente una obra de mi imaginación o del alcohol. Me senté como pude sin preocuparme de como me miraba la gente, a mi lado se sentó una mujer de unos cuarenta años, abrí más los ojos e intenté ocultar mi cara, era mi vecina que se dispuso a leer su laptop. Intenté actuar de manera normal hasta que me rozó el brazo con sus cabellos. Algo hizo que me quedará petrificado, había entrado en trance.

Vida, poderes y amores [yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora