¡Hola! Soy nueva en esta página, me la recomendaron y la verdad es que está bastante bien. He escrito una historia de seis capítulos, fue hace ya un tiempecito, que espero y os guste. Iré colgándola poco a poco. Advierto que tiene alguna escena subidita de tono, para l@s sensibles... ^^
Ella soltó una calada del cigarro que estaba fumando y la nube de humo se evaporó frente a su cara. Apoyada en la Hummer negra que sus padres le habían prestado por hoy con la condición de que no la chocase, observó con atención e impaciencia la puerta de la casa. Diez minutos después de haber tocado el timbre por ella salió un chico de caminar desgarbado, ataviado con ropa oscura que la chica había escogido expresamente para él, con su pelo normalmente engominado y hacia atrás ahora desordenado, y sus gafas de montura negras por su notable miopía.
-Ya era hora-dijo ella-. Pensé que nunca saldrías.
-No todos tenemos unos padres que nos dejan salir a cualquier hora-respondió él molesto. Ambos se subieron al coche mientras el chico seguía hablando-. No sabes todo lo que he tenido que hacer para que me dejen ir a esa estúpida fiesta esta noche.
-No es una estúpida fiesta, Josh, es tu billete de entrada al mundo popular, nunca lo olvides.
-Cómo olvidarlo, Mel-respondió con un gran suspiro.
Ella rodó los ojos y arrancó la furgoneta. Mel Parris tenía una melena rubia dorada que le caía en capas hasta la cintura. Sus ojos, despiertos, vivaces y grandes, eran de color verdoso y sus labios carnosos y rosados. Su cuerpo sería la envidia de cualquier modelo que se preciase, y traía loco a todo el instituto, pero a ella no le gustaba ninguno de los idiotas integrales que tenía por compañeros. Josh Bell era lo que puede definirse como un nerd total. Le gustaba el ajedrez, la guerra de las galaxias… Y a pesar de ser tan diferentes, estos dos chicos habían sido amigos desde siempre, y ahora le tocaba a él hacerse tan popular como su mejor amiga lo era. Mel alargó la mano al compartimento bajo el salpicadero y le dio a Josh una cajita.
-¿Qué es esto?-interrogó el muchacho.
-Lentillas, ahora quítate esas gafas de culo de botella y póntelas. Josh se encogió de hombros e hizo caso, cuando su amiga le miró de refilón sonrió ampliamente-. Así que bajo esa facha de perdedor se esconde un Josh realmente atractivo. Cuando en la fiesta sepan que eres tú, nadie se lo va a creer.
-A veces me pregunto por qué te hago caso en todo lo que me dices-comentó el chico, y en ese momento el móvil de Mel sonó.
-Eso es porque sabes que soy la única que tiene fe en ti, y porque necesitas que el mundo sepa que existes-la rubia cogió la llamada al tercer toque-. ¿Diga?
-Melanie, ¿dónde cojones estáis?-ella reconoció la impaciente y cansina voz de su compañero de pupitre durante lo que llevaban de curso.
Daniel Miller era alto, bastante alto, su cabello era oscuro, casi negro, y siempre lo llevaba alborotado y con apariencia descuidada. Su cuerpo era esbelto, con los músculos marcados donde tenían que estarlo pero no en exceso. Labios finos y provocativos, nariz respingona, y bajo unas cejas espesas y oscuras, unos ojos azul grisáceo que envolvían e hipnotizaban a la más fría de las mujeres. Tenía a muchas a sus pies, pero no a Mel, que lo odiaba con todas sus fuerzas aunque una parte de ella quisiera encerrarse con él y hacer perversiones cada vez que lo miraba. El odio ganaba sobre el deseo, se decía la rubia.
-Mel, si no te importa-corrigió ella por centésima vez en el curso-. Y a ti no te importa dónde estemos.
-Me importa cuando Chris me ha dicho que tu eres la que nos va a guiar hasta su mansión-dijo él con retintín en la voz. Mel paró en seco el avance de la Hummer y abrió sus grandes y llamativos ojos de forma desmesurada.
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Última Oportunidad
RomanceEstados Unidos, Tennessee. Un grupo de chicos se dirigían a una fiesta para divertirse. Mel esperaba llegar sólo para poder mandar a Daniel al diablo; mientras que Daniel esperaba sólo pòr hacerla rabiar. Josh esperaba que nadie notase su presencia...