La Niña Intangible

Armlet Gallego se volvió invisible hace años, ella estaba escondida en el cuarto del conserje de su colegio. En ese entonces ella  tenía apenas nueve años y se había metido allí, muerta de miedo, rezando para que la persona que le seguía pasara de largo sin descubrirla.

No había muchas posibilidades de que eso sucediera. El cuarto era pequeño y estaba lleno de trastos viejos y polvorientos. Trató desesperadamente encogerse en un rincón, consciente de que Brayan Reyes la encontraría en cuanto abriese la puerta.

Oyó pasos y voces de Brayan y sus amigos en el pasillo:

-¿Por dónde se fue?

-¿La ven? ¿Dónde se habrá metido?

-Mira allá dentro, Brayan -gritaron-

Los pasos se acercaron. Armlet gimió, aterrada; la puerta se abrió con violencia, y ella cerró los ojos y se cubrió la cara con las manos como si así pudiese escapar del haz de la luz que la bañaba por completo.

Hubo un breve silencio. Armlet no habló ni se movió, temblando ante la presencia de Brayan frente a ella. Entonces su voz resonó como un resoplido de búfalo:

-No está, bro- dijo Brayan-

-¿Qué? ¿Cómo que no?     

Otra cabeza asomó por encima del hombro de Brayan, y Armlet, que había retirado sus manos de su rostro, se topó con las miradas de todos los chicos, llenas de rabia y frustración; pero ante su sorpresa, ellos pasaron por alto su presencia y, con un gruñido de contrariedad, volvieron a cerrar la puerta de un golpetazo.

Aún sin poder creerlo, Armlet oyó, entre los clamorosos latidos de su corazón, los pasos y las voces de los chicos, que se alejaban pasillo abajo:

-Bah… solo es una mocosa.

-Pero ¿Y si después lo va chismeando por ahí?

-¿Esa?- se burló Brayan-.Si estaba cagada de miedo…

Armlet inspiró profundamente, aún sin poder asimilar su buena suerte. ¡No le habían visto!

En aquel momento, Armlet  no le dio demasiadas vueltas al asunto. Estaba ilesa, y eso era lo principal. Así que se fue a casa con sus padres para intentar olvidar lo que había ocurrido.