Capítulo III: La Cena.

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Cuando Kurt y Finn llegaron a su casa luego de la escuela, lo primero que hicieron fue dirigirse a la cocina para preparar la comida.

-Kurt, mira esto- El más alto le pasó a su hermano un pequeño papel que estaba pegado en la nevera.

Kurt tomó el papel y leyó en voz alta.

"Chicos, les dejé unos sándwiches en la nevera. Arréglense porque esta noche tendremos una cena en la casa de mi jefa. Vístanse lindos.

Los quiere, mamá".

Luego de comer, ambos subieron a sus respectivas habitaciones para ducharse y arreglarse, así cuando su madre regresara ya estaría listos.

Cuando ya eran eso de las siete de la tarde, Kurt estaba terminando de abotonar el último botón de su camisa, color azul marino. Además vestía un jeans negro, muy ajustado a su cuerpo y un pañuelo con hilos morados en el cuello. Como montana era un sitio frío debía usar abrigo pero decidió esperar a que sus padres llegaran antes de abrigarse.

Su admiración a su obra de arte, como él solía llamarle a las combinaciones de su ropa, fue interrumpida por algunos golpes en la puerta.

-Kurt, ¿estás listo? Ya nos vamos...-informó su madrastra, asomando la cabeza en la puerta- Vaya, ¡que guapo!

Kurt  sonrió algo sonrojado, tomó su abrigo y salió junto con Carole.

Ya en el auto, Finn bromeaba con Burt sobre cómo debían comportarse en la casa a la que visitaban. Por lo que Carole les contaba, la familia era muy adinerada y claro si su jefa era la directora del hospital y su esposo nada más ni nada menos que el abogado más prestigioso de Montana. Todos iban muy bien vestidos y Carole confiaba en que sus hijos sabrían comportarse.

Al llegar a la casa, notaron lo grande pero discreta que era, no muchos lujos pero en sí muy bonita. La casa constaba de dos ventanales principales, bastante grandes que dejaban ver una tenue luz dentro de la casa. El bosque la ocultaba de manera pulcra y le daba un tono más rural. Se podía notar una chimenea en el medio adornada con rocas y maderas talladas.

Carole se adelantó a todos y tocó el timbre, luego regresó a su lugar para tomar el brazo de su esposo.

La puerta no tardó en ser abierta, dejando ver a un sonriente muchacho del otro lado. Para sorpresa de Kurt esa era una sonrisa que reconocería en cualquier lugar.

-¡Kurt!- Blaine miró al chico, no muy sorprendido por la conversación que habían tenido en la tarde. Cuando su madre le habló de la cena, la madre de Kurt fue la primera en venir a su mente. Sin pensarlo dos veces el chico se abalanzó sobre Kurt, atrapándolo en un gran abrazo.

Finn trababa de ver dentro de la casa a ver si podría ver a la hermosa chica de la mañana, osea, la hermana de Blaine. Por otra parte estaban Burt y Carole, esta última, contentísima de que Kurt ya tuviera un amigo, mientras su esposo miraba al chico con cierta desconfianza. El típico celo de padre.

-Cariño, invítalos a pasar o se van a congelar-una voz casi angelical se oyó a espaldas de Blaine. Una mujer alta, delgada y muy pálida pero excepcionalmente hermosa, con unos ojos azules como el cielo apareció detrás de Blaine.- Oh Carole, querida, te ves hermosa- dijo la mujer y fijo la mirada en Kurt que aún no era liberado por los brazos de su hijo.- Por favor, pasen-insistió.

-Gracias por la invitación, tú también te ves muy bien, Grace-dijo Carole mientras tomaba sus delgadas y blancas manos- Oh, ellos son mis hijos Kurt, Finn y mi esposo Burt.

-Un gusto conocerlos, mi nombre es y por lo que veo nuestros hijos se conocen-la mujer soltó una leve carcajada que sonó cómo una suave melodía mirando a su hijo- él es mi hijo Blaine, pero pasen para presentarles al resto de la familia.

La Mujer los guió hasta el comedor en donde los esperaba James, el padre de Blaine. El hombre era más alto que su esposa, con los mismos ojos y risos que Blaine, tenía una sonrisa aún más seductora y vestía de una manera muy elegante. Grace presentó a los Hummel-Hudson con su esposo y su hija Rachel y dejaron que los chicos se fueran por el cóctel mientras los adultos conversaban.

-Es genial que estén aquí, usualmente las personas que vienen a la casa son aburridas y sus hijos son unos idiotas-dijo Blaine con una mueca de desagrado mientras comía un bocadillo.

-Es cierto y debemos comportarnos de manera educada-añadió Rachel con un notable fastidio, luego de dedicarle una mirada coqueta a Finn que no fue desapercibida por Kurt.

-Ams y.. ¿cuántos años tienes, Rachel?- dijo Kurt al ver la cara de embobado de su hermano. A decir verdad, Rachel parecía muy joven para la manera en cómo se vestía.

-Tengo 17-la chica sonrió con toda naturalidad bajo la mirada de un extrañado Kurt.

Kurt iba a debatir sobre la edad de la chica pero fue interrumpido por un nervioso Blaine.

-Será mejor que vayamos a comer.-

La cena transcurrió sin percances pero aún Kurt mantenía una fuerte intriga por Rachel. Primero la chica apareció en el pasillo sin que ni él ni su hermano lo notaran, le brincó a su hermano a una rapidez que pudo haber derribado a Blaine pero no ocurrió y luego estaba lo de su edad y la forma extraña de Blaine al cambiar de idea pero decidió que era mejor dejarlo ir.

Al terminar la cena Blaine invitó a Kurt a su cuarto. Ambos se llevaban muy bien, nunca se aburrían juntos y podían hablar de cualquier cosa. Por eso, Kurt decidió preguntarle sobre su hermana.

-Ams ¿Blaine?.

-¿Si, Kurt?-murmuró el chico, dirigiendo una mirada a su amigo que estaba sentado a centímetros de él.

-¿Te molesta que pregunte de tu hermana?

El morocho se tensó notablemente y suspiró bajando la mirada.

-Kurt, deberías dejar de hacer preguntas.-añadió Blaine con un tono totalmente frío, como el que usó con aquel jugador de futbol en la escuela.

Kurt lo miró algo asustado, se levantó con la intensión de regresar con su hermano pero cuando estaba por salir de la puerta, una mano lo retuvo.

-Lo siento, es solo que... estoy tratando de protegerte-.Kurt miró al chico asombrado, y algo confundido también. ¿Cómo era que había llegado hasta él tan rápido? Decidió ignorarlo y solo asintió. Regresó a su lugar si siguieron conversando como si nada hubiese ocurrido.

Kurt se sentía atraído por Blaine, era un chico misterioso y para qué negarlo, guapo. No podía decir que le gustara ya que apenas se habían conocido ese día pero quizás si se ganaba su confianza, podría lograr que le contara sobre su hermana, que según su parecer era extraña.

No es tán fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora