Pocas veces se vio una tormenta así.
La lluvia caía furiosa, era como si el cielo estuviese dando la primera señal de que el mundo estaba al fin por colapsar. Las nubes que lo cubrían eran negras y tan densas qué, incluso aunque apenas fuera media tarde, la oscuridad lo cubría todo, dando la apariencia de que la noche había caído antes de lo habitual ese día.
Bajo aquella tempestad se alcanzaban a divisar dos figuras que corrían en busca de refugio, intentando en vano cubrirse de la tormenta con sus mochilas, las cuales en ese punto ya estaban completamente empapadas y escurriendo de tal manera que daría lo mismo que no estuviesen ahí.
Una de esas figuras era un muchacho delgado de cabello negro, rostro simple y apenas lo suficientemente alto para que no lo confundieran con un niño.
La otra figura era una chica de cabello castaño corto, un poco más alta que el joven, de piel morena y ojos ambarinos. Daniel y Karla.
Aunque ellos no lo sabían, la historia de sus vidas estaba a punto de dar un giro abominable y cruel.
Debido a la lluvia torrencial, Daniel ya se encontraba completamente empapado y eso que únicamente habían pasado algunos minutos desde que comenzó la tormenta, pero llego de forma tan repentina, que incluso parecía antinatural.
-Si tan solo Karla no se hubiera quedado hablando con sus amigas... -pensó el chico.
Pero eso ya no podía cambiarse, y es que, aunque no fueran familiares, eran vecinos y amigos desde que Daniel tenia memoria, es mas, en más de una ocasión Karla sirvió de niñera para él, ya que era tres años mayor.
Lo peor es que ambos tenían sombrillas que casi siempre llevaban consigo, pero en todo el mes el cielo siempre se mantuvo despejado, así que solo por esta vez decidieron dejarlas en casa. Era algo irónico, el único día que optaron por no llevarlas, comenzó una de las peores tormentas que se habían visto jamás.
Cuando comenzaron a caer las primeras gotas Daniel y Karla se encontraban caminando por el desolado parque rumbo a sus casas, por lo que justo en ese momento no tenían donde refugiarse. Estaban los árboles que adornaban el camino, pero estos eran tan delgados y debido a lo cerca que estaba el invierno no poseían demasiadas hojas, que no los protegerían realmente.
-¡Tengo una idea! -gritó de pronto Karla para hacerse oír por encima del rugido del viento, que en los últimos minutos parecía haber incrementado su intensidad-. ¡El viejo arco es muy ancho, ahí hay que escondernos!
-¡Mejor hay que irnos a casa! ¡De todas formas ya estamos muy mojados! -la contradijo Daniel, también gritando.
-¿Estas bromeando, verdad?- ¡Aún hay partes mías que no están completamente empapadas y quiero dejarlas así! -le contesto ella, aunque a ojos del joven, era solo por orgullo, ay que no creía que ella estuviese en mejor estado que él-. ¡Además no se ve casi nada, seguro nos arrollarían si intentamos cruzar la calle así!
En eso tenia razón, la oscuridad antinatural parecía haber aumentado su intensidad en los últimos minutos.
-¡Esta bien, está bien!
Daniel no discutió más, pues parte de la culpa también era suya, ya que dé él fue la brillante idea de dejar las sombrillas en casa para así tener más espacio en su mochila, dado que tenía la intención de pasar por el distrito comercial a comprar una computadora personal. Lo cual ahora era imposible.
Karla era la más rápida, así que adelanto a Daniel un poco, para luego detenerse de forma brusca. Daniel, quien mantenía la cabeza agachada, no se dio cuenta cuando ella se detuvo, chocando con su espalda y cayendo al suelo en un charco.
-¿Qué pasa? -pregunto, más enojado y empapado que antes, pero ella no contesto.
Daniel la miro y vio que ella mantenía su vista fija hacia el frente, con una expresión de asombro. El chico dirigió su mirada hacia lo que fuese que ella veía, solo para encontrarse con una escena digna de una película.
Frente al viejo arco, con el agua de la lluvia rodeándola, sin llegar a tocarla, y sentada sobre una roca que no se encontraba el día anterior, se encontraba una chica rubia de unos quince o dieciséis años que portaba anteojos cuadrados, con la piel muy pálida, casi completamente blanca, al punto de que se alcanzaban a divisar venas azules, y vestida con un uniforme escolar mohoso y deshilachado.
Detrás de ella, en el centro del arco, una grieta se comenzaba a abrir en el aire, brillando con una luz blanquecina siniestra. Dentro de ella se podía ver un paisaje que claramente no era donde se encontraban, pues mostraba lo que parecía ser el interior de un edificio de piedra blanca.
La chica bajo de la piedra de un salto y los miro con una sonrisa amplia que por poco llegaba a lo innatural. Daniel se arrastro hacia atrás de una forma instintiva al verla, algo dentro de él le indicaba que aquella cosa no era realmente una joven y que, fuese lo fuese, no era nada bueno.
-¡Ah! ¡Llegaron! -dijo, soltando una risa gorgojeante-. ¡Sí que me hicieron esperarlos!
La chica chasqueo los dedos y de inmediato la lluvia y el viento pararon. El cielo, tan negro pocos segundos antes, se libró de las nubes de tormenta, dejándolo ver despejado, como si lo de hace poco solo hubiera sido producto de su imaginación.
La repentina salida del sol debía haber sido suficiente para que los jóvenes quedaran estupefactos, pero ellos no podían apartar la mirada de la chica, que despacio comenzó a acercarse a ellos, ampliando su sonrisa hasta dejar claro que no era una persona real, ya que nadie debía poder hacer eso, no al menos sin desgarrarse las mejillas en el proceso.
Daniel se arrastro unos centímetros más, asustado. Karla, en cambio, se quedo mirando a aquella cosa sin poder reaccionar. Fue aquello lo que mas asusto al joven, acostumbrado a ver a su amiga siendo la más sensata y valiente de los dos.
-Niños Rith, es hora de volver a casa -susurró la chica con voz melosa, lo que aumento la repulsión que Daniel ya sentía de por si hacia aquella cosa.
-¿A que te refieres con ir a casa? -Fue en ese momento que Karla reacciono, pues parecía haberse percatado de algo oculto en las palabras de aquella cosa.
-No parece que te tenga que dar demasiadas explicaciones sobre tu linaje, hija de los Rith -respondió la cosa, cuya sonrisa flaqueo durante un breve segundo-. Asumo que has oído historias, pero, ¡sabes todo sobre los tuyos, niña?
"¡Adiós!
Cuando la cosa pronuncio aquella ultima palabra, la grieta comenzó a expandirse hasta cubrir por completo el viejo arco, haciéndolo brillar al punto de que los cegó durante un breve instante.
Fue entonces cuando comenzaron a ser arrastrados hacia lo que fuese que estuviera del otro lado. Ellos intentaron evitarlo sujetándose de lo que tuvieran a la mano, un árbol, uno de los bancos del parque, e incluso de la roca donde estuvo antes sentada la cosa, pero fue inútil, la atracción era demasiada y sus brazos no soportaron, terminaron cediendo y siendo tragados por aquel portal. Lo curioso es que solo los absorbía a ellos, nada más reacciono ante aquella fuerza monstruosa.
Lo último que vieron antes de que la oscuridad los cubriera por completo fue a la cosa, despidiéndose de ellos abriendo y cerrando la palma de su mano.
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El legado Rith: A través del portal.
FantasyCuando volvían del colegio, Daniel y Karla se encuentran con una extraña chica que los transporta a otro mundo a través de un portal. Ahí los chicos se encuentran frente a un demonio, pero son salvados gracias a una chica a la que Daniel nombra Ell...