Veintiocho

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Tayler estaba nervioso, su pie resonaba en todo el salón, y el bolígrafo punteando varias en la mesa irritaba a todos.

— Joven Tayler, ¿se encuentra bien?, el señor canoso Hollis se acercó a él con un ceño de preocupación.

— Si, si.

— ¿Está seguro? ¿No necesita ir a la enfermería?

— No, no—, el resoplo—. Gracias, el señor asintió y Tayler sintió que respiraba un poco más.

No quería salir del salón y que Víctor lo viera, no quería. ¿Y si no le gustaba? ¿Y si se burlaba de él? ¿Qué tal si, si le enseña a todos sus cartas y dice que es un idiota?
Sudor frío le caía por su frente.

Tic tac, tic tac. Una hora treinta después, el  timbre sonó, y muchos estudiantes salieron corriendo, y Tayler fue uno de esos, no quería verlo, no ahora

*

— Tayler, Tayler , por favor— su mejor amiga estaba detrás de la otra puerta rogando— ¡Me harte! ¡Me harte! ¿Entendiste?—grito parándose– ¿¡Vas a salir de ahí como el macho que no eres y vas a enfrentar este miedo entendiste!? ¡Como que te llamas Tayler David Thompson Herrera!

— ¡Esos no son mis apellidos!

— ¿Te pregunte? ¡Sal de ahí! ¡Ahora! Tienes 5 segundos y contando

— Ya voy, resople, había perdido.

— Cuatro
—Tres
—Dos
— Tayler si no sales ya— él la interrumpió abriendo la puerta de golpe.

*

Víctor esperaba nervioso fuera del baño de hombres, necesitaba hablar con Tayler.

Tayler salió con sus ojos un poco llorosos, y Víctor se arrepintió de ser tan directo.

— ¿Estas? ¿Estás bien?, Tayler se sentó al lado de él en la silla de madera.

— Si—, sorbió de la nariz— ¿no te gustó?

— ¿Que? ¿Como? — esto estaba confuso— ¿que dices?

— ¿No te gusto?

Cartas para el chico gay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora