Todos vamos por la vida con una meta, luchamos por tener algo cuando morimos sin nada. Mis amigas planeaban una vida con el amor de sus vidas, mis amigos planeaban viajar por el mundo y yo sinceramente creía que mi vida no daría mucho. Cuánta razón tenía.
Viajar por la carretera en el auto, sola, sin ningún ruido retumbando en mi cabeza, siempre fue lo que me ayudaba a pensar, nunca creí que un lugar de paz se convertiría en uno de guerra.
Llegue a casa con mis pensamientos alborotados, mi cabeza daba vueltas y el cargar mi mochila no era de ayuda pues recién la tome y perdí completamente el equilibrio cayendo al suelo.
-Auch.- solté al sentir un escozor correr por mi brazo izquierdo.
-¡Alina!- ouh... conocía esa rasposa voz.- ¿Qué te ha pasado?- su belleza siempre me dejaba sin palabras y esa vez no fue la excepción.- Venga, te ayudare a entrar a casa.- tomo mi mochila pasándola por su hombro derecho para después ayudar a levantarme del suelo. SU CONTACTO ERA LO MEJOR.
-Gracias- solo pude articular esa palabra ya que me encontraba perdida en sus movimientos.
-No es nada ¿te parece si ayudo con esas heridas?-
-No es necesario.- respondí algo tímida.
-Yo creo que si.- dijo ignorando mi negación. Le indique donde estaba el botiquín de primeros auxilios.
Limpio mi herida, se miraba muy concentrada y parecía tener experiencia en ello. Yo solo me dedique a mirarla y grabar cada acción en mi mente.
-La otra mañana no tuve el placer de presentarme.- hablo de repente haciendo que a mi cabeza llegaran los recuerdos de esa mañana y por consecuente, que recordara aquella chica rubia.- Mi nombre es Dylan Heaton.- su nombre parecía de una película de acción.
-Es un lindo nombre.- sonrió y se le marcaron unos ligeros pero hermosos hoyuelos. Su celular sonó.- ¿te importa si contesto?- cuestiono a lo cual me negué.- ¿hola?... Sophia.- lo que me faltaba.- voy para allá.- colgó su teléfono y después me miro y saco un papel del bolsillo trasero de sus jeans.- me tengo que ir, toma. Y sin más, se fue. Abrí el papel para mirar su contenido y era un número telefónico. Inmediatamente lo registre en mi teléfono para mandarle un mensaje después, no quería parecer tan interesada. Esa noche dormí feliz.
Desperté la siguiente mañana con el aire fresco que la naturaleza nos brindaba. Tome una ducha y cuando ya estaba lista mande un mensaje al número registrado como "Dylan" en mi teléfono. "¿Hola?" fue todo lo que escribí, salí feliz a hacer mi rutina de clases diaria.
No obtuve respuesta el resto de la mañana pero no me moleste, era un simple mensaje.
-Hola Al.- saludo mi mejor amiga con un fuerte abrazo.
-Vamos a casa.- dije y subimos al auto. Antes de arrancar mi teléfono sonó indicando un nuevo mensaje.
"Hola, lo lamento pero recién desperté. Soy Dylan"
Sonreí al leer aquel mensaje, mi sonrisa fue tan grande que me olvide de la presencia de Alexa.
-¿Algo que deba saber?- cuestionó mi mejor amiga.
-Nada, una amiga.- dije arrancando el auto.
Cuando llegue a casa me quede alrededor de 20 minutos pensando en que responder.
"Descuida, un gusto, Dylan"
Me sentí sumamente inútil al responder eso.
"El gusto es mío. ¿Tienes algo que hacer esta tarde? Estoy aburrida"
O esa chica iba muy rápido o yo era una antisocial.
"Esta tarde, nada"
"Bien ¿me acompañas a comprar unas hamburguesas? Muero de hambre"
"Sera un gusto"
"En 5 minutos voy a tu casa"
Abrí mis ojos enormemente y mire hacia todos lados y después subí corriendo las escaleras buscando una blusa pues me dejaría los mismos jeans. Hice un desastre y opte por una blusa gris con estampado holgada. Escuche el timbre y baje corriendo tomando las llaves de mi casa y auto y mi teléfono celular.
-Hola Alina (Can't get my mouth to say the words they wanna say to you- No puedo conseguir que mi boca diga las palabras que quiero decirte).- dijo con su hermosa sonrisa. Esa chica era perfectamente hermosa. Escuchar mi nombre con su roca voz y de sus rosados y gruesos labios me dejo atontada.
-Hola.- mi voz salió muy apenas y entrecortada, sentí que mis mejillas se sonrojaron. Solto una risita y yo ya estaba a sus pies.
-Vámonos.- Contesto.
No sé cómo lo logre pero camine tras ella después de cerrar la puerta.
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¿Alguna vez han sentido como se pierden en una mirada? ¿Les ha pasado que hablan con alguien y no pueden concentrarse porque toda su atención está dirigida a los perfectos labios de esa persona? Básicamente así estaba yo frente a Dylan, Ella hablaba tanto sobre lo bien que saben las hamburguesas y de vez en cuando daba una mordida a la suya.
-Deberías comer tus papas.- Alcance a escuchar.- No comprendo cómo es que no te gustan las hamburguesas.
-No lo sé, simplemente no me gustan.- tome una papa remojándola en cátsup y llevándomela a la boca. Pasamos alrededor de diez minutos más en aquel local.
Salimos de ese local y subimos al auto de Dylan ya que no me dejo llevar el mío.
-Aun no comprendo porque no quisiste venir en mi auto.
-Porque eres pequeña para manejar.
-Apuesto a que casi tenemos la misma edad.- dije soltando una risita.
-¿Cuántos años tienes tú?- me cuestiono.
-Cumplí 17 el pasado marzo.
-Pues yo tengo 19, así que eres pequeña.
-Ni tanto.- susurre.