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Era una tarde fría de invierno.

La señora Park se encontraba preparando la merienda en la cocina mientras el señor Park veía la televisión en la sala y el pequeño Jimin jugaba en la nieve junto su mejor amigo en el patio trasero, a espera del llamado de su madre.

- Mi ángel es más grande. - Musitó el castaño de mejillas regordetas y labios mullidos, mirando orgulloso el imponente ángel de nieve que había creado en tan solo un par de minutos.

- Es más grande porque eres el único que está haciendo un ángel de nieve, Jiminie.

- Eso no importa, sigue siendo el más grande.

- Cómo tú digas... - Bufó el único Min en aquella casa mientras seguía moldeando con sus pequeñas manos enguantadas la cabeza para su mal formado muñeco de nieve. - Ahora ayudame con esto, ¿quieres?

- No dijiste las palabras mágicas. - Se quejó Jimin mirando a su amigo de toda la vida, haciendo un pequeño puchero con sus sonrosados labios.

Yoongi no pudo evitar sonrojarse ante lo adorable que le parecía el aspecto de Jimin; con su gran chaqueta azúl marino contra el frío, su gorro rojo con pequeñas bolitas colgantes y sus lindos guantes que impedían ver sus dedos. El niño tragó saliva un tanto nervioso, sabía de antemano que el pequeño Park era dos años menor a él, así que no podía permitirse el lujo de darle el control de sus emociones con tan sólo un par de ojos lindos y una nariz sonrosada.

- Olvida esas tonterías, Jimin. Ven y ayudame

- No planeo mover un dedo de aquí hasta que MinMin diga las palabras mágicas. - El niño de seis años cruzó los brazos y pegó un pequeño pisotón a la nieve del suelo, plantándose firmemente en su posición a espera de la rendición por parte del mayor.

Yoongi literalmente tembló en dulzura ante el apodo.

¿Cómo sería capaz de negarse ante aquél par de ojitos molestos y mofletes sonrosados?

Su corazón comenzaba a latir con fuerza dentro de su pequeño pecho y sus mejillas pronto se vieron teñidas del mismo color que el gorro de Jimin, pero se negaba a creer que el pequeño tenía relación con ello, así que su mente culpó al frío.

- Está bien... - Gruñó el mayor con molestia, rodando los ojos mientras se sacaba los guantes y los guardaba en sus bolsillos, comenzando a trazar su rumbo hasta el pequeño niño molesto porque no había sido educado al pedirle ayuda.

- Y-Yoongi Hyung, ¿Q-qué estás haciendo?

Yoongi había tropezado en su camino rumbo al pequeño Jimin debido a que una de sus botas se atascó en la nieve y terminó sujetándose de los hombros del menor para evitar su caída, dejando así sus pequeños cuerpos a muy poca distancia el uno del otro.

- M-me estoy sujetando, cabeza de chorlito. ¿No es obvio?

El mayor estaba intentando ocultar sus nervios con mucho esmero, tanto que sólo lograba hacerlos aún más notables para la señora Park, que se encontraba observando la escena desde la ventana con mucha ternura.

- ¡Hyung, me estás apretando muy fuerte!

- ¡Deja de moverte Jimin, aún no logro sacar mi bota!

Un par de quejas y jalones más fueron suficientes para que Min Yoongi terminara besando accidentalmente a Jimin cuando su pié se libró de la bota, haciéndolo inclinarse hacia adelante un poco más de la cuenta.

- ¡H-hyung! - Chilló el menor mientras se cubría el rostro con las manos, avergonzado y con un ritmo cardíaco similar a una persona que acaba de correr un maratón.

Marry me, Hyung |  YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora