- ¡Jimin! - Chilló, arrugando la nariz con un disgusto sobreactuado mientras el menor pedía disculpas y volvía a cubrirse el rostro.
- ¡Lo siento hyung!, p-pero estabas muy cerca y pues...
Ambos niños habían terminado en un silencio extenso con las mejillas sonrosadas y un millón de palabras no dichas aglomeradas en la garganta, sin embargo, la situación se ameritaba para más y Min Yoongi, dentro de su cabeza de niño de ocho años, lo sabía.
- Jimin, eres un tonto.
El menor lo miró con sus ojitos muy abiertos, impactado por la declaración de su mayor.
- ¿P-pero porqué? - Se cuestionó, sus abultados labios formaron un puchero involuntario que lo hacía verse mil veces más adorable.
Yoongi se estremeció, su estómago se revolvió y sus manitas comenzaron a sudar a pesar del inminente frío que reinaba la ciudad. Detestaba el poder que el pequeño castaño tenía sobre él únicamente con un par de gestos y ojos pequeños, ni siquiera cuando su madre lo descubría haciendo travesuras se sentía tan nervioso.
- Porque sí, cállate. - Se quejó, cruzó los brazos y se dio la vuelta para seguir la labor con su ansiado muñeco de nieve - Mejor ayúdame con esto, ¿sí?
- Hm... Sigues sin decir las palabr...
- Por favor. - Interrumpió Yoongi. Al fin y al cabo, tampoco iba a morirse por decir un par de palabras amables, ¿cierto?.
- Así sí - Sonrió el pequeño Jimin enormemente, pegando saltitos hasta llegar al lado del pelinegro - ¿En que ocupas ayuda?
El artista se quedó en silencio, observando fijamente a su escultura.
- No lo sé - Gimió, quejándose nuevamente - Ya tiene cuerpo, cabeza, brazos, ojos, boca, nariz... ¿Qué falta?
- Ay hyung, pues obviamente una bufanda, guantes y un gorro. - Habló el menor como la cosa más lógica del mundo, haciendo fruncir el ceño al pequeño Min. - Yo le puedo poner el gorro y los guantes
- Tu mamá no te va a dejar sacar esas cosas sólo para ponerlas en el muñeco, Jimin.
- Ouh... Supongo que tienes razón - El cachetón de Mochi encogió los hombros, volteando hacia la ventana de la cocina donde se encontraba su madre.
La señora Park mantenía la vista fija en unos trozos de carne que se encontraba cortando en trozos aún más pequeños para la merienda. Lo que Jimin no sabía, es que la linda mujer de cabellos castaños preparaba la comida favorita de él y Yoongi, la cuál irónicamente, era la misma.
- Pues... - El menor regresó la vista a la nieve y se quedó pensando.
No le gustaba decepcionar a su hyung. Era su único amigo al que le confiaba y contaba absolutamente todo lo que pasaba en su inocente y agradable vida e incluso recibía adorables consejos los cuales él creía, le habían servido muchísimo. Por lo tanto, se sentía con el deber de regresarle el favor a su mayor siempre que podía, ya fuera con la cosa más pequeña y simple del mundo.
- Si te quedas viéndolo por mucho tiempo no aparecerá nada, Jimin - Musitó Yoongi al ver que el contrario se había quedadon completamente congelado frente a su linda escultura de nieve. - Yo ya lo intenté
Jimin soltó una pequeña risa ante la broma del contrario, dirigiéndole una suave y tierna sonrisa. - Eres muy ocurrente, hyung
- Lo sé, no por nada soy tan genial.
El menor lo observó con diversión, definitivamente adoraba a su hyung. Lo adoraba tanto, que su pequeño corzoncito se aceleraba mucho cuando estaba cerca y sus mejillas ardían cuando le tomaba la mano para cruzar la calle.
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Marry me, Hyung | Yoonmin
FanfictionADVERTENCIA: JIMIN Y YOONGI SON NIÑOS PEQUEÑOS EN ESTA HISTORIA, ASÍ QUE PREPARATE PARA UNA DOSIS DE TERNURA.