Las cortinas de su habitación se corrieron lenta y automáticamente, dejando entrar la luz del sol hasta que incidió de lleno en la cara de Eden que, soñolienta, se revolvió en la cama.
─Es sábado, quiero dormir más ─murmuró haciendo un aspaviento con la mano.
Las cortinas volvieron a cerrarse, pero Cosmo levitó sobre Eden estudiando sus constantes vitales.
─Detecto retención de líquido.
─¡Cosmo! ─Le tiró la amohada─. Sé más discreto.
Enfurruñada, se sentó en su cama de color marfil y se calzó unas zapatillas suaves de tela. Su robot tenía razón, necesitaba ir al baño.
Tras darse una ducha larga y relajante, y descargar su retención de líquido, como decía Cosmo, se enfundó en unos pantalones cortos y en una desgastada sudadera dos tallas mayores, que había encontrado en un armario donde su madre guardaba ropa vieja y bajó a desayunar.
Al percibir su entrada, la cafetera y la tostadora se pusieron en marcha.
Sobre la mesa de la cocina, el holograma de pulsera de Eden parpadeaba indicando que contenía un mensaje.
Cogiendo la taza de café recién hecho y seguida de Cosmo, que llevaba sobre su cabeza un plato de tostadas con mermelada de papaya, se sentó y revisó su correo.
Cuando colocó el holograma azul en su muñeca, se activó sobre la pared de la cocina un videomensaje de su madre.
─Eden, hoy estaré todo el día fuera, sé que es sábado, pero ha sucedido un altercado en los suburbios de la ciudad y mis labores políticas requieren de toda mi atención. Encarga comida a domicilio o dile a Cosmo que te vaya a comprar algo, yo llegaré pasada la media noche ─Sibley hizo una mueca de disgusto─. Y mañana ya hablaremos sobre lo de omitir tu fecha de ocaso. Ya me han informado de tu reunión. Me has decepcionado, hija.
La imagen desapareció con un leve zumbido y Cosmo hizo un chasquido. Eden le miró mordiendo una tostada.
─Lo sé ─dijo con la boca llena─. Está enfadada, pero no es su vida. Es la mía.
─Yo no he dicho nada ─Se posó en la mesa, frente a ella─. Por cierto, Eden, ¿què deseas que haga con el mensaje que redactamos ayer viernes día siete de junio?
En la pantalla de Cosmo aparecieron unas frases sobre dos opciones: "enviar" y "descartar".
Nada más llegar del instituto, y enfadada con el profesor por no comprender que ella no podía salir a relacionarse con extraños sin correr riesgos, puesto que la hija de la gobernadora podía ser blanco de secuestros y extorsiones, redactó un mensaje a Anker para aceptar su ayuda de hacer juntos el trabajo de campo. Por desgracia, su propia inseguridad no se lo dejó enviar, temiendo que aquello no fuera buena idea.
─No quiero que me suspendan ─murmuró─. Pero creo que madre se enfadará si salgo, no es sensato.
─Puedo alertar al equipo de seguridad si lo deseas ─comentó Cosmo, servicial.
─Perfecto, yo y cinco hombres del tamaño de una lanzadera de paseo mientras entablo conversación con Anker en... ¿un parque?
Cosmo emitió una risa metálica analizando la ironía en la voz de Eden.
─¿Drones de refuerzo, quizás?
─No, con los dos que ya nos vigilan ahora creo que será suficiente.
Acercándose sinuoso, Cosmo se restregó como un gato contra el hombro de ella.
─Si quieres puedo ir contigo.
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Caducity
Science FictionCuenta la historia de mi gente, que hace casi cien años, un científico llamado Nolan Keir, apenado por el llanto de su hija cuando su gato Gus, de apenas cuatro meses, murió, invirtió todo su tiempo y dinero para encontrar una manera de saber cuándo...