La guerrera. Historias de Sol y Luna 1

DESCENSO

El sol que entraba por la ventana me despertó, solo estaba amaneciendo pero mi reloj interno me había despertado, era una de las ventajas de ser una guerrera, no necesitaba el ruido estridente de un despertador para levantarme. Mi sueño gracias a los entrenamientos era ligero pero aún así reparador, mientras camino hacia la ducha la imagen de una versión mia más pequeña me viene a la mente.

-Julius quiero dormir por favor, tengo mucho sueño, estoy cansada. Por favor- suplicaba a mi maestro, llevaba días durmiendo solo unos minutos mientras ellos monitorizaban mi cerebro.

-No, Maddie no supliques, no seas débil. Aprender el sueño del guerrero es una parte vital del entrenamiento. Cuando estés en la batalla, sola, lo necesitarás. No tendrás a nadie que te proteja y que te rebanen cuello mientras duermes es una triste forma de morir. Con esto el mínimo ruido sospechoso te despertará y tu cuerpo sabrá la hora aun que estés durmiendo.

Las torturas continuaron durante años, fue la parte más difícil del entrenamiento, mucho más que los huesos rotos, las heridas, las pérdidas de la conciencia, las privaciones.

Desde que nací me he entrenado, soy la Elegida, o eso me han hecho creer, nunca he leído la profecía que anunciaba mi nacimiento pero siempre he sido entrenada para cumplir mi destino. Salvar el Universo.

Cuando nací hubo un Eclipse Lunar total, de la nada, ningún científico podía explicarse ese suceso. La tierra quedó sumida en las tinieblas un día entero, incluso en aquellos países donde el eclipse no era visible, donde debería haber brillado el sol. Nada

Las historias dicen que la Tierra se quedó callada para oir mis gritos al nacer. Yo simplemente creo que los animales estaban tan desconcertados que no podían emitir sonido alguno.

Me ducho de forma rápida y eficaz, en mi vida no hay tiempo que perder, todos los minutos que me dedico a mí son minutos que le resto a la salvación del Universo, así que ser pulcra, para mis maestros si no es con la espada, no les interesa. Aún así, soy rebelde, puede que vaya a salvar el mundo pero será con el pelo limpio.

No hay mucho que lavar pues llevo el pelo corto por la barbilla, en un corte recto y preciso, la vanidad no tiene cabida en mi vida. Me visto con la ropa de entrenamiento, pantalones largos negros, ajustados pero elásticos, resistentes pero no pesados. Camiseta de manga larga a juego con los pantalones, botas militares.

Cuando llego a la sala de entrenamiento está vacía, me resulta extraño, me acerco al centro de la sala guiada por el brillo metálico de una daga, no me puedo quitar de encima la sensación de que algo va mal, tengo la nunca fría, mi instinto nunca me falla- cojo la daga y la empuño, adoptando una posición defensiva. Mis rodillas están flexionadas, aumentando mi punto de apoyo, echo un vistazo a la sala repasando cada detalle, la conozco de memoria pero estoy buscando algo fuera de lo usual, no lo hay.

Algo se avecina, lo sé. Una prueba.

Corro hacía la pared, siento el aire crepitar a mi alrededor, solo estoy yo, mis oídos no captan ninguna respiración ni movimiento. Cuando tengo la espalda cubierta por la pared cierro los ojos, me concentro y mi agudeza auditiva aumenta.

La sala de entrenamiento en otro tiempo fue un teatro pero el escenario y las butacas han desaparecido dando paso a una sala despejada con un anfiteatro que ahora sirve a los Sabios para ver mis entrenamientos de forma segura, y en la parte baja hay columnas.

Ya sé por qué el aire crepita, no soy yo , la idea ilumina mi cerebro: Simulaciones

Detrás de las columnas hay simulaciones. Se trata de hologramas, pero no incorpóreos y digitales, si no seres creados a ordenador para ser guerreros perfectos, su objetivo es matar. Es una tecnología sumamente delicada que solo poseen los Sabios pero que en otros planetas se usa para la guerra. En la Tierra la usan para torturarme a mi.