capitulo 3

79 6 0
                                    

 

  Me despierto con un pequeño dolor de cabeza, seguro por los llantos de ayer, salgo sigilosamente de los brazos de Max. Y camino rumbo a mi cuarto, miro la hora en el reloj, y son las 4:am, no he dormido nada pero necesito hacer esto.

Entro al lugar que fue llamado mi refugio, ese lugar que tantas veces me escuchó llorar, preguntandome..donde tantas veces me pregunte en medio de mis incontables crisis; ¿Porque mi madre me odia?
¿Que le hice? ¿No ve el daño que me hace?

Recuerdo perfectamente aquel dia que peliamos, fue una de esas estupidas discusiones, por mi forma de vestir despreocupada. Tenia el pelo pintado de un morado intenso,  su mirada de repudio me miro por encima del hombro por un largo rato mientras hablaba con los accionistas, interpreto su papel a la perfección. Más tarde esperaba con su copa en la mano que el último invitado saliera de la casa. cuando me tomo del brazo con su uñas afilafas clavandoce en mi piel, mientras me encaminaba con paso decidido a mi cuarto.

Ya todo estaba listo, tenía meses planeando todo, pero siempre tenía esa ilusión vibrante en mi interior, de que todo iba a cambiar.

Gracias a mi padre quién  casi nunca estába presente; aquel  que era mi único apoyo, me dejaba sola por semanas con mi madre, compensando la falta de tiempo con dinero: nunca faltaba en mi cuenta de banco secreta; cuando era  niña siempre me decía que era una caja donde guardaba la magia de los deseos,  un lugar donde se acumulaba el polvillo de adas que hacia posible los sueños,  cada que no podia venir,  cada que faltaba a alguna reunión del colegio,  algún musical o dia del padre, me entretenia agregando magia a esa supuesta caja, no fue hasta los 13 años, que comprendi su verdadero significado, aquella "caja"  no era más que una cuenta de banco no afiliada a la empresa,  con legalidad cuestionable.

Recuerdo que antes de que comprara esa empresa tequilera en México, éramos una familia un poco más unida que ahora. Su muerte fue esa fuerza aplicada que era necesaria para romper el papel ya mojado y agrietado que era esta familia Sentía la convicción de que sin mí las cosas en esta casa funcionarían mejor.

Todo estaba preparado para mí partida,  agarro ese sobre que contiene la carta cuyo mensaje fue borrado y reescrito durante meses.
Lo dejo con mucho cuidado a un lado de su dueño.

La hora de mi partida se hacia presente como una mano que se extendía y pedia mi presencia. El chófer que contrate por aquella página siguió las indicaciones al pie de la letra, el vehículo perfectamente estacionado dos calles adelante. Ya cargado con las maletas que aquel trabajador se había encargado de reunír  y sacar sin ser vistas.

El sujeto salio del coche entregandome las llaves sin decir una palabra. Me senté en el coche mirando el volante con los nudillos blancos de tanto apretar. No pude evitar mirar hacia el lado izquierdo,  donde los grandes ventanales se hacían presentes,  paredes blancas iluminadas de manera estratégica,  el gran muro adornado con coronas de metal capaces de perforar cualquier cosa. Impidiendo que intrusos no deseados entrasen, o cabos sueltos como yo saliesen. Sin embargo yo ya tenía todo estudiado,  la forma en que las puertas se habrían para reabastecer  el almacén una vez al mes  en espera de los repartidores que cada día hacían su entrada de madrugada. Dejando todo listo antes de las 7:00am.

Quizás ir en busca de la libertad sea solo una forma menos ruda de llamar lo que podria catalogarse como huir, pero solo yo que conozco por lo que pasado estos 24 años puedo tener el derecho de juzgarme,  nadie más.

       

Simplemente SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora