Melina y el amor

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—¡¿Quién es usted impostor?! —se escucha en la madrugada.

Quizá para entender el por qué de esta frase debemos viajar un poco en el tiempo. Unos meses atrás como mucho, no demasiado, sólo unos pocos meses.

Los pondré en contexto. Nuestra historia comienza en la famosa Ciudad Blanca. O así la llaman sus “habitantes". La Ciudad Blanca es un hospital psiquiátrico, no recuerdo el nombre del lugar ya que desapareció, pero era un lugar humano, si puede decirse así. No había maltratos como normalmente se suele escuchar en la radio. Pero bueno, la historia...

Existió una mujer de cabellera hermosa, nadie supo explicarlo, pero sus cabellos eran azules. Claro que si la veías de lejos nunca distinguirías sus hermosos cabellos azules, parecían negros. Esta mujer era una habitante en la Ciudad Blanca.

La metieron ahí porque era lo más humano, había matado a su esposo y a sus hijos. Quiso suicidarse al final, pero fue demasiado tarde, la policía se la llevó y la condenaron a demasiados años como para recordarlos, pero un psicólogo la analizó y se la consideró peligrosa para estar en la cárcel, podría hacer daño, por eso la Ciudad Blanca fue la mejor opción.

Aunque desde su llegada no parecía agresiva, todos tenían miedo que en algún momento explote y pueda atacar. Era una mujer muy silenciosa, no hablaba casi nada desde su llegada. Su nombre era Melina.

Con los años la fueron interrogando y veían que esperaba algo, todo el tiempo miraba las puertas con miedo, con curiosidad y esperanza, al final se dieron cuenta que esperaba el amor, esperaba a su esposo, nadie tenía el corazón para decirle que estaba muerto así que le seguían la corriente.

No puedo decir mucho de ella, sólo que esperaba el amor, cómodamente sentada. Siempre en una silla mirando la puerta, esperando el amor.

Bien, esto será un intento de historia de amor. No prometo nada, así que sigamos. Nuestro protagonista, quién se enamora de Melina, no llega hasta cinco años después de que la llevaran a la Ciudad Blanca.

Era un hombre alto, de buen porte y piel blanca, tenía la apariencia de ser un hombre sabio, pero, si se enamoró de su paciente, dudo mucho que fuera sabio. Su nombre era Teddy.

Él la vio una sola vez, y le quemó la mirada. Sólo  un segundo bastó para quedarle grabada. Los dos sintieron lo mismo, aunque dudo mucho de los de ella, era una mujer muy complicada, no se entendía a si misma por lo que sentir algo por alguien no era tan real. Pero es cierto que sintieron lo mismo cuando se vieron.

A pesar de ser adultos sintieron cosas en el alma, parecía como si sus almas estuvieran unidas por el mismo lazo. Como si estuvieran destinados a estar juntos durante toda la vida y no lo sabían. Pero al verse, lo supieron. O al menos eso sucedió con Teddy.

Era la mujer mas bonita que había visto, y sólo la había visto una vez cuando le daban un recorrido de las instalaciones, en el fondo quería verla más seguido, quería saber que hacía en ese lugar. Podría decirse que hubiera hecho todo por sacarla de ese lugar.

Pero cuando le dijeron lo que hizo... Todo cambió, perdió esa chispa que le decía que debía sacarla, apagó un poco su llama de amor, pero no del todo. Nadie se asustó o se alarmó por la pregunta sobre la mujer de cabellera azul, tal vez se les hizo normal que un médico nuevo preguntara por ella.

Tiempo pasó, hasta que por fin pudo verla de nuevo. Por turnos, los médicos cuidaban a distintos pacientes, toda una semana dedicada a un paciente, para luego presentar un informe el último día. Teddy explotaba de emoción cuando le dijeron que Melina era su paciente esa semana. Pero supo controlarlo. No quería llamar la atención.

En La Ciudad BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora