Zéro

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La primera vez que te vi

ibas caminando por la Avenue Montaigne, 

te veías muy tranquila, 

dejando que el viento elevara de a poquito tu faldón, 

haciendo sonar esos tacones rojos decididos por la acera.

Quién iba a pensar que desde ese día todo cambiaría, 

y te esperaría todos los días a las 9.30 am 

para verte cruzar apurada la calle, 

mientras yo todo tranquilo riego las plantas de mi jardín. 

Eliette, llegaste a marchitar mis flores,

y yo he venido a hacer florecer de nuevo tu corazón. 


ParísWhere stories live. Discover now