Omega

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Con pereza en su cuerpo se coloco de pie, seria un largo día el papeleo lo iba a matar, si lo pensaba bien él era mas ágil en eso que kawaihira.

Este siempre se quejaba de aquello, y al final del día el debía escuchar las quejas del alfa, a veces se aguantaba las ganas de reírse algunas veces.

Cuando algo se rompía en el reino al alfa le llegaba ese papeleo, mas de una vez había visto como este arrojaba el papeleo mientras soltaba impropios.

Pero siempre estaba alguien capaz de amablemente le obligaba al emperador a hacer ese tedioso papeleo, incluso a veces él le ayudaba aunque aquel alfa de patillas le decía era deber del emperador.

A veces sentía pena y lastima por él, con todo el odio que el alfa le tenía al papeleo.

– Emperatriz.

– ¿Pasa algo? – pregunto curioso mientras veía a los niños jugar

– El emperador kawaihira desea verlo.

– Ya voy.

Con suma curiosidad camino al despacho del emperador, aun no se acostumbraba al hecho de que todos le llamaran emperatriz.

Considerando que el era un hombre, aunque omega puro, pero hombre.

Me tratan como si me fuera a romper con cualquier cosa. Creo que olvidaron la vez que deje noqueado a kawaihirapensó mientras sonreía

Apresuro su paso y toco la puerta, a pesar de que tenia todo el derecho de entrar de golpe.
Observo a kawaihira quien casi estaba a punto de desmayarse del cansancio.

Soltó una risita por lo bajo, el alfa dejo de firmar el papeleo y observo al omega.

– Lo siento pero... Es gracioso verte así.

– Tsuna... ¡necesito dormir!

– Kawaihira..

– Aun falta mas y debo ir a la asamblea en Italia

– Kawaihira...

– ¡Moriré con todo esto!

– ¡Cheker face! – grito cansando y molesto el omega golpeando la mesa

El alfa al escuchar aquel nombre guardo silencio, sabia que si soltaba una palabra mas  su lindo y para nada peligroso omega lo lanzaría por la ventana o peor, lo noquearía como la ultima vez.

– Primero debes calmarte y ahora escucha – ordeno el castaño colocando ambas manos en su cadera

Obedeciendo a su emperatriz lo escucho, claro que durante el sermón que este le daba se estaba quedando dormido.

Error.

Amablemente su emperatriz le golpeo con un libro en la cabeza para que despertara, al abrir los ojos observó con terror que el omega estaba molesto.

Un grito por parte del emperador le erizo la piel a todos, solo significaba una cosa.

La emperatriz no estaba de humor.

– Le encanta que tsuna lo reprenda – se burlo el alfa mientras tranquilamente bebía su café sentando en una silla del jardín

– Empiezo a creer seriamente que el emperador es un masoquista – comento la omega

Observaba como de la ventana del despacho del alfa salia una silla rompiéndose en pedazos al caer al suelo, su emperatriz si estaba molesta.

– ¡Mizuki!

– Mi emperatriz me llama.

Rápidamente corrió hasta llegar a la puerta donde asomo su cabeza viendo el desastre que había en ella.

El castaño observó a la omega pelirroja inexpresiva de ojos violeta, piel pálida, su cabello atado de una coleta de lado hasta los hombros, camisa blanca con un chaleco gris sin mangas y una falda negra  con zapatillas negras.

– ¿Me llamaban? – pregunto apenada viendo el cuerpo casi sin vida del emperador

– Prepara las maletas iremos a Italia – ordeno

– Como desee – y con una reverencia se marcho cerrando la puerta detrás de ella 

– ¡Iremos a Italia! – ordeno saliendo del despacho


Una vez más •Omegaverse•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora