Una vez más

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Una de las cosas a las que más le temía era cuando Jihyo decía que necesitaba hablar. Las conversaciones serias, con sus ojos severos y su rostro serio, siempre me hicieron sentir inferior y equivocada. La situación era similar a la de un alumno que fue reprendido por el director por sus malas acciones. Jihyo poseía una cierta seriedad que dictaba y controlaba la habitación, que siempre me dejaba impotente. 

"¿Cuál es el problema, Jihyo?" Pregunté cautelosamente, preparándome para lo peor. 

"Sé que tú y Sana terminaron, y eso es entre ustedes dos, pero Sana no esta afrontando la situación y esta afectando su desempeño", señaló Jihyo.

"¿Aparte de su desmayo durante el ensayo de baile de hoy?, parece estar bien" Cuestioné perpleja, ligeramente sorprendida por su observación. 

Jihyo se burló mientras rodaba los ojos. "Ella trata de mostrarse valiente cuando estás cerca, pero la verdad es que no lo está  manejando del todo bien. A penas come, por la noche, cuando cree que todas están dormidas, llora hasta el cansancio. Y cuando finalmente logra dormir, está diciendo tú nombre."

"No me di cuenta que la estaba afectando tanto."

"Sé que también te duele Dahyun, pero debes hablar con ella. Ambas necesitan darle un cierre a la relación." Ella aconsejó sinceramente. 

Estaba nerviosa por el repentino consejo de Jihyo. No estaba preparada en lo absoluto para hablar con Sana. "¿No puedes hablar con ella por mí o Tzuyu no puede hablar con ella?"

"Lo intente. Todas lo intentamos, pero ella no habla con nadie sobre eso. Sé que es difícil, pero es algo que debes de hacer. Si no es por ti, por lo menos por su bien." Jihyo me animó. Su expresión firme había cambiado a una de compresión y compasión. 

Me quedé sin nada que decir, así que solo asentí en silencio en acuerdo. Sabía que Jihyo tenía razón pero la idea de hablar con Sana me asustó. La herida solo había empezado a sanar y hablar con Sana significaba abrirla de nuevo. No quería enfrentar la realidad todavía. Finalmente podía respirar sin dolor. Cuando rompí con Sana, fue como caer al mar en las profundidades del océano. En el agua luché sola para mantenerme a flote, hubo momentos en los que me ahogué con la salinidad de mi dolor y desesperada buscaba aire. Otras veces las olas me golpeaban probando mi fuerza, tratando de romperme. Sin embargo, no caí ante la furia del mar, luché con todas mis fuerzas. Y por algún milagro mis oraciones fueron contestadas, yo era dotado con un tablón de esperanza al cual me aferraba desesperadamente por sobrevivir. Hablar con Sana significaba dejar de lado mi soporte vital, significaba arriesgar mi vida una  vez más por alguien que nunca me apreció. Lo triste era que, aunque sabía que era un riesgo, siempre creí que Sana valía la pena. Incluso cuando mi mente gritaba no, mi corazón corría hacia ella. 

Una mente llena de recuerdos, un corazón atrapado en el amor y un cuerpo paralizado por el miedo, era yo. "Toc, toc", mi pequeña mano hizo un movimiento cauteloso contra la puerta que conducía a su habitación. 

"Hola Sana." Las palabras salieron torpemente de mi lengua, como si fueran de un idioma extranjero.

"Pensé que me estabas evitando."

"Sí, sobre eso, lo siento por manejarlo de la manera equivocada." Nerviosa me disculpé, con los ojos mirando el suelo. 

"¿Me odias tanto, que ni siquiera puedes mirarme?" Dijo Sana con una voz tan silenciosa, casi como un susurro. 

"No." Murmuré mientras lentamente levantaba mi mirada para encontrarme la de ella. 

"No entiendo Dahyun, dices que me amas, ¿aún así insistes en que nos separemos? Me evitas en todos los rincones, y ni una sola vez te molestas en preguntar si estoy bien. Es como si ya no te importara", dijo mientras comenzaba a sollozar. 

Takane no hana  (高嶺の花)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora