—Está despierto.
Shōto parpadeó confundido, no reconocía el lugar donde estaba y tampoco a la mujer y el hombre que le veían atentamente.
—Shōto Todoroki, ¿sabes dónde estás?
Negó con la cabeza y se enderezó despacio, observando su entorno, el lugar era enteramente blanco hasta casi cegarlo. Sentía un poco de miedo, pero también curiosidad.
—Estás en el hospital psiquiátrico.
— ¿Cómo terminé aquí?
—Está bien, tranquilo, te golpearon la cabeza muy fuerte.
— ¿Dónde está Izuku?
El doctor guardo silencio y la enfermera bajó la cabeza.
—Estuviste mucho tiempo encerrado, tal vez hayas perdido la noción del tiempo, pero te haremos unas pruebas y después veremos si puedes irte a casa, con tu familia.
Shōto bajó la mirada a sus manos y frunció el ceño, los recuerdos volvían a él como si se tratase de una película, comenzaba a dolerle la cabeza.
—Tómalo con calma, no fuerces tu memoria, te daremos un par de días de reposo antes de que te hagamos las pruebas.
— ¿Cuánto tiempo he estado aquí?
—Sólo unas horas, la policía te trajo después de arrestar a tu captor.
Abrió la boca, iba a negarlo, pero hubo un grito en su cabeza que le ordenó que guardara silencio. De inmediato asintió y volvió a recostarse, como si tratara de dormir nuevamente.
—Dame un minuto, cambiaré el vendaje de tu ojo y podrás dormir todo lo que desees —anunció la enfermera, deteniéndole antes de que se durmiera.
Volvió a asentir y esperó paciente, había terminado ahí gracias a él, Izuku debía estar molesto y eso le aterraba como nadie podría entender.
Shōto llegó al hospital psiquiátrico después de que atacó a Fuyumi abriéndole los brazos con unas tijeras cuando ella trataba de evitar que él se lesionara, su padre dijo que lo dejaría ahí hasta que fuera normal otra vez y se fue para no volver en meses. Más que ayudarle, la camisa, la habitación acolchonada y la poca interacción humana sólo le desesperaba más, se la pasaba sentado en un rincón, azotando su cabeza una y otra vez contra el muro, cuestionándose a veces su existencia por la falta de ruido ajeno, a veces sentía que había olvidado como hablar cuando las enfermeras entraban a alimentarlo una vez al día... ese lugar era el infierno.
Un día un doctor desconocido llegó, aunque a esas alturas todos los rostros le parecían borrosos y horribles, le revisó con cuidado y le hizo algunas preguntas que no terminó por comprender, le regaló una sonrisa que no supo interpretar y dos personas le hicieron salir de su celda sin quitarle la camisa. Fue la primera vez en dos años que respiró aire fresco, el exterior jamás había tenido colores tan vivos y la gente no le parecía tan odiosa, dejó que le sentaran en el pasto y cerró los ojos, disfrutando del aire puro, ignorando por completo los muros que le separaban del resto del mundo, ya era un alivio enorme no estar en su habitación.
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We
FanfictionSe sentía como si sólo existiéramos tú y yo, el mundo ardía y no me importaba mientras estuvieras a mi lado, jamás me importó que me golpearas, me humillaras o me dejaras sin comer, yo te amaba y por eso te entregué todo lo que poseía, incluso más...