Era la víspera de navidad y el aroma a pino y muérdago se sentía en cada esquina de la ciudad de Buenos Aires en Argentina.
El Sr. Mauricio caminaba rápidamente, pero sin emitir ningún ruido en el pavimento; llevaba una chaqueta marrón y un bolso negro, aparentemente lleno de papeles y una laptop. Cruzó un par de calles y se detuvo frente a una casa del barrio Belgrano.
A través de sus anteojos gruesos se podía notar un poco de inseguridad, quizás porque no era el lugar, o tal vez porque no estaba muy seguro de lo que había planeado hacer aquella mañana de diciembre. Disimuladamente admiró la casa y luego sacó de su mochila una carpeta negra; la abrió y observó una foto de una casa igual a la que estaba observando. Ventanas clásicas, paredes un poco desgastadas y el techo color azul. Revisó rápidamente todos los documentos y fotografías que estaban en la carpeta y luego la volvió a ocultar en su bolso.
Camino hasta la puerta y la golpeó tres veces, pero nadie salió. Volvió a tocar, esta vez más fuerte y sin parar.
—¡Sí estoy en casa, Morgan, deja de fastidiar! Esta vez si no te mentí —exclamó alguien dentro de la casa.
Era una chica de piel pálida y cabello castaño que recorría toda la casa en busca de sus botas marronas de cuero, (la bota descansaba en la colcha junto al gato). Desesperada por abrir la puerta, a quien ella creía era su amiga Morgan antes de que ésta le hiciera un berrinche, se puso lo primero que consiguió.
—¡Que bien, mis pantuflas! —exclamó aliviada mientras se colocaba una en el pie descalzo—. ¿Sera que me quito la otra bota? No, Morgan no lo va notar.
Era una chica muy dulce; si el sr. Mauricio decidiera comérsela, le daría diabetes.
La chica corrió rápidamente hacia la puerta, con una pantufla en el pie izquierdo y una bota en el derecho. Su gato se atravesó en una parte del camino, pero nadie resultó herido. Abrió la puerta de forma rápida y comenzó a dar explicaciones al Sr. Mauricio, pensando que era su mejor amiga. Tenía los ojos cerrados para dar mayor énfasis a su expresión de pesadumbre.
—Morgan, perdón, es que no conseguía mi zapato. De hecho no lo conseguí, mira. —Abrió los ojos para ver la reacción que su supuesta amiga haría cuando viera su calzado—. ¿Y quién es usted?
La chica se mostró sumamente confundida y apenada.
—Pues yo soy Mauri, disculpa que te moleste tan temprano. Ya veo que estabas esperando a otra persona —le dijo Sr. Mauricio con una voz suave y fingiendo estar apenado por haber incomodado a la chica de ojos color avellana.
—De verdad disculpa, pensé que eras mi amiga. —Ella tenía una voz tan tierna que parecía que en cualquier momento podrían salir corazones de papel de su boca—. Es que la otra vez Morgan vino y no le abrí porque me quedé dormida y se enojó mucho. Bueno, como sea, mi nombre es Marta.
—¿Marta Morado? —le pregunto el Sr. Mauricio rápidamente, lo que resultó extraño.
—Sí, soy ella. ¿Pero cómo conoces mi apellido?
—Pues, en realidad te conozco por tu libro en Wattpad «No es solo una historia de amor más». No lo he leído yo, por supuesto —afirmó el Sr. Mauricio enseguida, como si su hombría se hubiese puesto en duda—. Lo ha leído mi novia, es su libro favorito. Ella cree que si sigues escribiendo como lo haces, algún día serás tan famosa como Paulo Coelho.
—Ay, gracias. Tan linda ella. Pero, ¿por qué Paulo Coelho? Soy mejor que él en todo aspecto —presumió Marta mientras soplaba sus uñas.
El Sr. Mauricio detalló que las tenía pintadas de rosa y en cada una estaba dibujado un pequeño panda.
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Sr. Mauricio. El Asesino de Wattpad
HorrorEllos ignoraron su arte. Ahora él se encargará de buscarlos para convertir su sangre en una historia cliché. 12/03/2018 - #04 Terror ...