Capítulo 4: Sangre Peruana. Parte 1.

501 96 53
                                    

_______________

Nota de los autores: Este capítulo tuvo que ser escrito dos veces, porque el primer borrador no se guardó y perdimos el archivo. Pero nos tranquilizamos, respiramos y lo escribimos de nuevo. Si comentan y votan nos sentiremos mejor y el esfuerzo valdrá más. 

Esperamos disfruten este capítulo. La parte 2 de Sangre Peruana será publicada hoy también, atentos.

_______________


Mauricio todavía se encontraba en Bolivia, después del asesinato de Mateo quería seguir viendo toda la función.

El día amaneció muy triste, el cielo se veía gris y anunciaba una fuerte tormenta, la casa de los Lozada estaba llena de bomberos, policías y un sinfín de reporteros que venían como buitres a recoger la noticia del chico fallecido.

Los bomberos bajaron el cuerpo de Mateo; la señora Lozada lloraba desconsoladamente mientras veía como el cuerpo azul y desgarbado de su hijo era introducido en una bolsa negra con una gran cremallera en su exterior.

Cínico y confiado, Mauricio estaba de pie entre la multitud con una chaqueta negra y sus gafas en el tabique observando su más grande obra. Sentía un gran placer al recordar cómo había asesinado a Mateo, un placer tan grande que su cuerpo cosquilleaba. Deseaba contarles a todos como había sucedido, gritar entre la multitud: «¡Soy el autor de tan magnífica obra de arte renacentista!». Relatar la forma en que ese chico joven y flacuchento terminó colgado de una soga; sin embargo, nadie entendería su arte. Todos allí eran demasiado ignorantes para apreciarlo como el siguiente Picasso. Así que prefirió callar como anteriormente lo había hecho y decidió seguir gozando del espectáculo.

La familia Lozada estaba destrozada por completo, muchas fuentes aseguraban que el chico se había suicidado y esto causaba gran incertidumbre en los Lozada, ¿cómo su hijo había hecho tal cosa?, ¿en qué habían fallado? ¿Acaso Mateo no era feliz con la vida que llevaba?, había muchas preguntas que rondaban sin encontrar ninguna respuesta lógica que los dejase con la conciencia tranquila.

Mateo tenía pequeños hematomas en el rostro, su lengua colgando como una corbata fuera de su boca y sus ojos eran saltones. Mientras era colocado en la bolsa negra que invocaba un aire fúnebre, todos se preguntaban que le había sucedido a aquel chico lleno de esperanza y sueños. Para nadie era un secreto que él quería ser poeta, pero ahora sólo se resignaría a ser parte del club de los poetas muertos.

El padre y la madre de Mateo todavía lloraban desconsoladamente por la inesperada partida de su hijo mayor, aun no aceptaban el hecho de que no lo fuesen a ver respirar nunca más. Los vecinos chismosos del vecindario los miraban fijamente y expresaban un falso dolor que se traducía en lastima.

Lili, la hermana de Mateo se acercó al cuerpo fallecido con lágrimas en los ojos y suavemente recitó en su oído: «Suerte en tu viaje. Si aquí no eras feliz, espero que encuentres lo que buscas», se apartó del cuerpo y se aproximó a abrazar a su madre desconsolada, mientras que los forenses cerraban la bolsa y metían el cuerpo de mateo en la camioneta negra que hace minutos se había estacionado en la calle.

La investigación de las causas de la muerte no serían cortas, los forenses pensaron en un suicidio, pero habían demasiados factores en contra. No era el primer caso en la ciudad de un joven que había acabado con su vida por depresión. Pero mientras más se indagara, todo apuntaría a que fue un asesinato. La cinta y el gas provocarían una alarma; un criminal debería ser cazado.


En la tarde de ese mismo día, el cuerpo de Mateo fue embalsamado, maquillado y vestido con un traje azul grisáceo, para luego ser colocado dentro de un ataúd de madera de roble donde seria exhibido ante muchas personas que lamentaban la noticia. La investigación con su cuerpo había concluido, no se encontró ninguna pista y se registró como un suicidio.

Sr. Mauricio. El Asesino de WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora