II

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Yo lo maté. Tres palabras con gran peso que revolucionaron el recinto, Yulia y Lena estaba ajenas al escándalo que las envolvía, demasiado ocupadas en pedir disculpas y odiarse con la mirada, las manos de la pelirroja se removían inquietas, incómodas por el peso de las esposas que la acompañarían durante el juicio que a su entender, carecía de sentido, ya había confesado ser la responsable de la muerte de Lenin Yurkov y sabía que la pena por homicidio era reclusión perpetua.. 25 años de cárcel que podrían reducirse por buena conducta.. lo tenía completamente asumido, de igual forma el desprecio que Yulia sentía hacia ella, lo que no significaba que soportara el peso de su mirada cargada de odio  y tuvo que apartarla cuando la ira de los azules de la morena derivó en que los mismos se cristalizaran por las lágrimas que se comenzaron a acumular y ella no estaba dispuesta a liberar.. ¿cómo había pasado todo aquello? Se preguntaba la morena mientras sus pensamientos la remontaban al pasado, uno muy diferente, pasado donde lo tuvo todo y fue feliz.

Enero 13, 2017.

Y: "Lo siento." Se disculpa la morena mientras se incorpora, con cierto pesar por tener que abandonar la mesa, pero era absolutamente necesario, el llanto desgarrador de Pavel anunciaba que el pequeño estaba despierto y necesita que su madre acudiera con urgencia.

Le: "¿Quieres que vaya yo, cariño?" Pregunta sin dudarlo.

Y: "Descuida, yo me ocupo. No tardo en regresar." Asegura con una sonrisa dirigida al matrimonio, sus mejores amigos que los acompañaban esa noche, y eso es lo último que dice antes de abandonar el comedor, cruzar la sala y ascender las escaleras, unos pasos más y ya estaba entrando a la habitación de su primogénito que lloraba a todo pulmón, llanto que se le hacía desgarrador y esperaba pronto calmar, para eso estaba allí, sosteniendo entre sus brazos a ese pequeño bulto de carne y huesos, fruto del amor que Lenin y ella se profesaban.

La sonrisa más tierna que pudiera florecer en sus labios cobra vida al encontrarse su mirada con ese pequeño rostro, con esos ojitos que suplicaban porque la molestia que sentía desapareciera.

Y: "Ya mi amor." Susurra dulcemente, meciéndolo suavemente una vez que está bien ubicado entre sus brazos, notando como el pequeño Pavel se refugia en su cuerpo, buscando abrigo y algo más, ya no habían dudas, el motivo del despertar del bebé era que tenía hambre, por lo que la morena se acomoda en la mecedora que estaba ubicada junto a la ventana de la habitación.. como si fuera a prestarle atención al paisaje.. nada más lejano a eso, su mirada estaba puesta en aquel hermoso rostro, en esos ojitos que tenían todo la pinta de ser azules como los de ella, y como ya tenía al alcance aquello que saciaba su necesidad alimenticia, la miraba con admiración, con profundo amor, de igual forma que Yulia lo miraba a él mientras lo amamantaba y dejaba más de una caricia sobre esa suave y delicada piel.

Ese pequeño que tenía entre sus brazos, el mismo que succionaba su pezón sin piedad alguna, era el bebé más hermoso que había visto en su vida.. era perfecto, era su todo, el cansancio que sentía su cuerpo pasaba a segundo plano cuando esos ojitos que brillaban la miraban con tanto amor.

Si, Yulia era una madre sumamente babosa, ¿cómo no serlo? Su retoño había llegado apenas once días atrás.. lo había deseado tanto, los nueve meses que estuvo en su vientre no fueron los únicos de espera, lo habían buscado por largos meses.. inclusive antes de iniciar la búsqueda lo estaba deseando, ahora por fin lo tenía entre sus brazos y era la mejor sensación del mundo, aquello era amor, amor del puro.

El pequeño se había quedado dormido, su necesidad estaba cubierta, faltaba algo, ayudarlo a expulsar los gases, un nuevo cambio de posición antes de que la mano de Yulia recorra esa pequeña espalda, segundos después, el sonido proveniente de esa pequeña boquita haría saber a la madre que lo había hecho bien.. ahora el bebé podría descansar tranquilo, solo era cuestión de dejarlo en su cunita.. pero, ¿cómo renunciar a esa hermosa sensación? Unos minutos más en brazos de mamá no le harían mal, ¿verdad? Claro que no, y allí estaba la morena acomodándolo con todo el cuidado del mundo entre sus brazos, inclinando la cabeza para dejar más de un beso en esa suave piel, aspirando de forma lenta pero profunda ese delicioso aroma a bebé. No había mejor perfume o aroma que ese, el de su pequeño Pavel.

Friend or foe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora