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Jeon WonWoo era un chico de cabellos negros, piel pálida, ojos rasgados y unos muy finos labios, en su instituto, era conocido como el "Come libros" simplemente porqué en tiempos libres, amaba leer o en momentos donde las clases no se llevaban a cabo, leía hasta el toque de recreo. También era el mejor del establecimiento, tanto en respeto y calificaciones, únicamente porque el chico de cabellos negros, no tenía amigos, no tenía malas influencias y tampoco le interesaba hacer amigos, él estaba bien con un libro en sus manos y el poder llevar una buena vida con su familia... Bueno, ni tan buena. 

Sus progenitores odiaban la música, odiaban cualquier instrumento musical y eso era lo que WonWoo no compartía, amaba la música y sobre todo, la suave melodía que un piano podía crear, quería un piano y lo necesitaba, si bien, cuando le daba la excusa a sus padres de que "Saldría con amigos" era total mentira, él salía de casa y iba directo a sus clases de piano, las tomaba totalmente en secreto, ya que no quería tener conflictos con sus padres, odiaba tan solo el hecho de tan solo decir algo incorrecto frente a ellos. 

Hubo un tiempo en el que WonWoo comenzó a recorrer su instituto, pasando por cada sala y viendo lo que esta contenía, hasta encontrar una sala que no podía abrir y lo primero que hizo, fue correr hacia uno de sus profesores favoritos, el cual le daba de todo junto con los demás y como niño curioso, empezó a preguntarle que era lo que había en aquella sala, su tutor lo tomó del brazo y salió con él hacia prácticamente la azotea del establecimiento y así comenzó a explicarle lo que en aquel lugar se hayaba, no era nada más que una sala de música, que nunca más se llegó a abrir por qué habían alumnos que se escapaban a tal lugar a tener diferentes encuentros y uno de ellos terminó y la profesora de esos tiempos, nunca más le dejaron tener clases. WonWoo hizo un puchero, casi una cara de cachorro completamente triste y el profesor solo extendió su mano y tomó la de WonWoo, cerrándola en un puño, dejando algo de metal en la misma y sin más salió, el pelinegro ladeó el rostro y cuando no hubo rastro de su profesor, abrió su mano. 

Ahí estaba la llave de la sala, WonWoo por la emoción no evito dar saltos de alegría y sin más corrió al pasillo donde la sala se encontraba, sin nadie cerca, entró rápidamente y cerró con seguro, era una sala insonora y eso le facilitaba el que nadie le escuchara, pero su mirada se enfocó en un piano cerrado lleno de polvo, no tardó nada en sacar el pañuelo que ocupaba para limpiar sus lentes redondos y sin más caminó hasta este y comenzó a limpiarlo, tosiendo un poco por el polvo que sacaba y llenaba sus narices. Luego de unos minutos le vio con total detalle, era blanco, con detalles dorados y las teclas también, solo lo abrió y luego de acomodarse, automáticamente sus manos comenzaron a tocar una suave melodía, cerró sus ojos y comenzó a disfrutar de lo que tocaba. 

Las horas habían pasado volando, cuando salió de sus pensamientos, lo primero que hizo fue ver la hora, era exactamente la hora de salida, soltó una risa, cerró el piano con cuidado y sin más salió de la sala, cerrándola con la llave y escondiéndola en su bolso, así solo corrió hasta poder meterse entre toda la multitud de estudiantes, pasando desapercibido y aún más al no tener a nadie que le dijera "WonWoo, ¿Por qué te saltaste la clase?" Y así que no le pudieran dar algún castigo por ello. 

Las semanas pasaban rápidamente y WonWoo siempre se perdía clase por clase en la sala de música, incluso luego de decidir que por una semana no iría a aquel lugar, se percató de un nuevo con el cabello color zanahoria, tenía ojos rasgados y ya era amigo de toda la clase, prácticamente era el payaso de la clase, hacía reír a todos y incluso creaba algo de desmadre que lograba que la clase no continuara con calma. En uno de esos tantos días fijando su vista en el bajito, este le miró de vuelta y una sonrisa se formó en sus labios, logrando que los ojos del chico se perdieran, el pelinegro luego de ello desvió la mirada fuera de la sala, mirando por la ventana, por una extraña razón... Su corazón comenzaba a latir demasiado rápido y ya no podía concentrarse en la clase y sus estudios sin que aquella, torpe y estúpida bonita sonrisa del chico invadiera su mente cuando tenía la posibilidad. Para su desgracia, a aquel chico le cambiaron de asiento y lo tenía exactamente, incluso llamaba su atención pequeños "Hola, ¿Cómo estás? ¿eres mudo? ¿por qué no me hablas? Oye, no entiendo esto, ¿Me lo explicas?" Pero el chico de semblante serio solo lo miraba y volvía a escribir en su cuaderno y en el rostro ajeno solo se formaba un puchero leve antes de ir a hablar con otro de los estudiantes en la sala. 

En los recreos que se negaba a ir a la sala de música, notó que nunca veía al chico de cabellos de zanahoria y para olvidarse ello, un día cualquiera fue a la sala, pero había algo raro, estaba abierta sin necesidad de la llave que él tenía, con cuidado abrió y ahí encontró la vista más hermosa... Era el chico bajito, con sus ojos cerrados y una sonrisa en sus labios, tocando con calma el piano, era una melodía tan igual a la suya, pero era aún más dulce, WonWoo suspiró y se quedó ahí, mirandolo con cama hasta que este terminó y su mirada se fijó en él, el de cabellos oscuros se asustó y giró para salir de la sala, pero su suéter fue tomado y el chico le estaba tomando, claro, ¿Quién más sería si estaban solo ellos dos? WonWoo giró y el rostro del más pequeño estaba humedo, había llorado, iba a decir algo, estaba preocupado, pero este no se lo permitió. 

-Por favor, no digas nada de esto a alguien, si lo saben los directores se lo dirán a mis padres y me van a golpear... Me cambiarán de instituto, por favor... -Practicamente suplicó y las lágrimas volvieron a notarse por el rostro ajeno, WonWoo negó enseguida y como si fuera algo de cada día, sus brazos rodearon el delgado cuerpo ajeno, abrazandole con ternura y acariciando sus teñidos cabellos, realmente, no podía soportar ver su rostro así, demasiado triste y húmedo, simplemente no le gustaba. 

-No diré nada si tú no dices nada de esto. -Murmuró en una leve risa, enredando sus dedos en los cabellos ajenos y este solo se aferró al cuerpo del pelinegro, frotando su rostro en su pecho, como si limpiara sus mejillas, así solo se alejó un poco y le quedó mirando, soltando una risa algo entrecortada. 

-Es un trato. -Murmuró antes de elevarse de puntillas y robó un beso de sus labios, WonWoo se quedó estático antes de golpear de forma delicada su nuca, así se alejó de su cuerpo y fue al banquito frente al piano. 

-¿Sabes? Mis padres también odian el piano, bueno, todo tipo de música, pero comencé a tomar clases y descubrí este lugar... ¿Cómo lo encontraste si yo tenía la llave? -Cuestionó mientras cerraba sus ojos y poco a poco comenzó a tocar, con una leve sonrisa en sus labios. El chico no respondió y solo se quedó viendo al más alto como tocaba con tanta pasión, le gustaba, le gustaba ese chico. Así los minutos pasaron, viendole embobado y WonWoo muy sumido en tocar a su gusto o así hasta que abrió sus ojos y miró al ajeno. 

-Soy Kwon SoonYoung... -Musitó elevando su mano hacia el otro, una sonrisa amplia se formó en sus labios, prácticamente sus ojos desaparecieron y el corazón de WonWoo latió con rapidez.- Seamos amigos... 

WonWoo simplemente se levantó y unió sus labios con los ajenos en un beso dulce y quizás con un toque de afecto, luego de separarse, le dedicó una sonrisa sincera. 

-Seamos amigos. 

피아노...  { ww x sy }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora