La pesadez en sus párpados lo mantuvo concentrado un momento intentando alzarlos para poder dar una mirada a su alrededor.
El zumbido en sus oídos comenzaba a desesperar al joven rubio; la humedad que sentía en su cuerpo comenzaba a incomodarlo y los bordes borrosos dentro de su visión comenzaban a desaparecer.
-...ri!-el grito de aquélla voz masculina comenzaba a perforar sus oídos alejando el espantozo zumbido-¡Yuri!¡Llama una ambulancia!-grito de nuevo aquella voz a alguien tras de él-. Yuri, resiste por favor.
Los ojos azules del rubio se enfocaron en los castaños de aquel hombre.
La cara ajena totalmente húmeda al igual que el cabello negro, que comenzaba a estar un poco largo, dejaban caer gotas de agua sobre los pómulos del menor simulando lágrimas.
El rubio quiso alzar la mano y tocar la mejilla de aquel pelinegro para intentar calmar sus lágrimas y prometerle que el estaría bien.
-Mi Yuri-susurró el pelinegro abrazando al menor contra su pecho, mientras que el más joven volvía a dejarse envolver por la inconsciencia.