It's consuming me -Namjin-

O pensamento em você

El pensar en ti, me está consumiendo.

Jin. Seok Jin. Kim Seok Jin.

No importa quién soy.

Nam. Nam Joon. Kim Nam Joon.

No importa lo que hago.

¿Por qué? ¿Cuándo me hiciste esto? ¿Cuándo todo se volvió tan oscuro?

El pensar en ti, me está consumiendo.

Y estoy haciendo todo lo que puedo para remendar eso, mi dulce Jin.

Tus ojos, esos orbes oscuros, en los que podría encontrar el cielo con tan sólo una mirada de amor, pero que podrían enviarme al abismo, hacerme caer al infierno con una mirada de odio y quemar cada centímetro de mi piel como brazas ardientes, que harían mi cuerpo cenizas, mientras ríes cual demonio, justo como resuena el eco de mi risa en este frío lugar.

Tu piel, esa acaramelada piel, tan sublime, tan lisa como el algodón, tan áspera como una roca, tan caliente como el fuego y tan fría como la piel que está entre mis dedos ahora mismo.

Tu roce, tan magnífico, santo grial en el paraíso de los perdidos, tan lento y tan rápido, como el líquido corriente en el suelo.

Tus pies, varoniles, nada más que eso, perfectos, largos, como los pies que se arrastran lejos de mí.

Primero, caminando. Segundo, corriendo. Tercero, arrastrando.

Tus manos, aquellas manos que son una obra de arte, pálidas, fuertes, con dedos largos y uñas perfectamente cuidadas que rasgan mi dermis cuando pides por más, justo como aquellas manos y uñas que rasgan el concreto en busca de una salida.

Mis manos en ti, tocando y recorriendo cada centímetro de tú piel, dejando caricias por donde pasan y marcas moradas por la carne de tus glúteos, marcas moradas como las que se revelan ahora mismo.

Tu corazón, tan puro y bello, tan manso, tan noble, tan grande y lleno de amor, bombeando vida, como la vida entre mis manos... que se esfuma un poco con cada minuto que pasa.

Tu ternura, aquella ternura que te caracteriza, cuando tus ojos se hacen pequeños y esa que va a juego con tu sensualidad, aquella ternura que ahora no existe, ahogada en un mar de desesperación.

Desesperación. Auxilio. Exclamaciones sordas.

Tu toque, tan único, tan delicado, tan sedoso, tan efímero, tan sosegado, tan rudo, doloroso, tan vehemente brusco, justo como el dolor que cala los hueso y justo como el dolor que mi cuerpo adopta.

Tus detenimientos, aquella imperturbabilidad con la que detienes mis acciones cuando duele demasiado como para soportarlo, cuando mis movimientos son violentos o muy rápidos, justo ese detenimiento que se implora en las cuatro sucias paredes de este apartado emplazamiento.

Tu seducción, aquella que realizas consiente mente cuando me miras, cuando sonríes, cuando tus dedos viajan desde mis hombros hasta mis dedos, aquella que ejerces cuando tus labios se posan en mi cuello, aquella que emites cuando con excitación me pides que te tome, aquella que después de hoy ya no va a existir.

Tus amigos, aquellos por los que arriesgarías muchas cosas, pero dejarías que ellos las arriesguen por ti de la misma manera, aquellos con los que pasas tiempo, aquellos con los que te diviertes, aquellos con los que lloras, aquellos a los que confías secretos, justo como tú y yo guardamos este.

Tu familia, aquella que amas, aquella con la que compartes mejores momentos, aquella que siempre está contigo, pero que también te ha defraudado, aquella familia de la que escapaste, aquella familia que no ves hace tiempo, aquella familia unida que recuerdas, como esa familia que ahora busca por todos lodos una pista, o un indicio.