Oscuro y doloroso vacío

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Hay ocasiones en las que duermo poco, muchas veces me levanto en la noche a una hora avanzada, sintiendo mucho sudor y frío que recorren todo mi cuerpo, muchas veces sueño que estoy solo en un cuarto completamente blanco, escuchando un abrumador eco al caminar en aquel espacio, asustado por mi propia voz y lo cerrado del lugar. Tengo miedo, un terror constante de ser olvidado por personas a las que creo amar, sintiendo que podría desaparecer en cualquier momento y nadie lo notaría, pero también creo que es más fácil quedarme en un lugar donde la gente se olvida poco a poco de ti, que luchar todos los días por comida o un lugar donde dormir ¿No lo crees?

Mi padre, es un exitoso ingeniero y mi madre, una excelente abogada. Ambos trabajan demasiado y verlos era poco común; generalmente lo asociaba con las estrellas y el espacio, era obvia aquella exageración del niño que era yo.
Realmente mis padres, trataban de pasar “tiempo de calidad conmigo”, cosa que lograban casi siempre a pesar de la débil memoria que tengo de ello, pero por algo están los álbumes familiares ¿No?

En mis primeros años de existencia, era un niño feliz, motivado, lleno de vida, tenía todo lo que pudiera pedir y mucho más, juguetes, ropa, accesorios, todo eso aun siendo solo un pequeño, cuando tenía poca consciencia de siquiera saber bien quién era.

Me pegunto muchas veces, ¿qué tanto podía presumir de lo gloriosa que era mi vida en esos años?
Sin embargo, todo llegó a un dantesco final cuando cumplí diez años… cuando mis padres tuvieron otro bebé. Al principio me encantaba la idea, y pues, al igual que ellos, sentía emoción.

Me enteré luego de unos meses que el bebé era planeado desde hace mucho tiempo, pero por asuntos financieros y algunas cosas que no entendí en su momento, no se pudo dar.

Pasaron dos, tres, cuatro meses, hasta que finalmente mi madre quedó embarazada, la espera parecía interminable, no obstante todo iba de maravilla y mi madre llegó al noveno mes sin ninguna complicación hasta que nació mi hermano. Luego de muchos años finalmente había en mí la sensación de tener una responsabilidad seria, después de todo era su hermano mayor.

Pasaron dos, tres, cuatro años y algo sorprendente ocurría. El pequeño Daniel mientras más conocía el mundo más aprendía de él, algo que todos denominarían normal, pero no era así. Daniel era mucho más inteligente de lo que las personas sabían o imaginaban.

Daniel, a los cuatro años ya había aprendido tres idiomas aparte del natal.

Daniel, era un inexplicable genio. Mis padres eran llamados a demasiados eventos por las capacidades mentales de Daniel.

Daniel, elaboraba diagramas, resolvía ecuaciones de nivel universitario y recordaba los elementos de la tabla periódica, incluso sus propiedades atómicas.

Mientras mi padre resolvía el crucigrama que venía en los periódicos matutinos y mi madre estudiaba algunas leyes nuevas de política juvenil, DANIEL, resolvía anagramas con una simpleza  como si armara un rompecabezas de dos piezas, era un auténtico genio.

Personas de todo el mundo se sorprendían ante su intelecto sobrehumano. La explicación que calmaba a las multitudes de científicos y doctores era que tenía una enfermedad la cual hacía que no dejara de aprender, aunque para mí, siempre fue una estupidez.

No sabría explicar por qué mi hermano era tan inteligente, pero sí sabía algo, mientras más crecía su intelecto y su fama, más profundo me hundía.

Mis padres eran atentos a él, nunca lo dejaban solo y le daban de todo, y lo poco que me daban era sólo lo que mi hermano menor rechazaba.

No lo odiaba y nunca lo odié, es sólo que todo lo que le pasaba a él me parecía… injusto, no sé el porqué es así, pero es una sensación que tengo. De manera simple, podría decir, que mi vida se fue al diablo desde que descubrieran la inteligencia de mi hermano.

Aún esperoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora