Los Miedos Regresan

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Mire a mis tíos por última vez, mi corazón me decía que no los volvería a ver. Tome mis maletas y respire, ya no tenía palabras que decir, pero intentaba que las lágrimas no salieran de mí.

Respire mientras me despedía de mis tíos, luego camine hacia el chofer. Jamás había pensado en la posibilidad de volver, y ahora me siento tan obligada a hacerlo.

Había más de una buena razón que me impedía volver a mi ciudad natal. Más de una cosa que me decía que sería mejor quedarme y fingir, tal como lo estaba haciendo.

¿Entonces volverás para la boda? —escuchaba a mi amiga y podría jurar que brincaba de la alegría, acerque el celular a mi oído y respondí.

—Claro que sí, es la boda de mi mejor amigo, no faltaría ni aunque Rayan este presente —deje que el chofer subiera mis maletas mientras me metía al auto y cambiaba el celular de mano, hace días que no hablaba con Iris, extrañaba tanto a mi niña.

Hablando de eso -la escuche dudar —él también estará en la boda, pero no te preocupes, no necesitan ni hablar.

—¿A qué viene eso? ¿Por qué no lo dijiste antes? —respire un poco agitada —se supone que eres mi mejor amiga...

Pero también soy su hermana —podía sentir la culpa en su dulce voz. —No puedes seguir en otro país, solo vuelve y actúen como adultos, dejen las cosas claras y por favor, hablen.

—Yo lo no fui quien decidió alejarse, el solo se fue "trabajar" en otra ciudad y yo no pude soportar la manera en la que todos me miraban.

Prometiste no faltar.

Sabía lo que había prometido, no faltaría a mi palabra. Sobre todo porque mis tíos me estaban obligando a volver.

—No dejare de cumplir mi promesa, pero ya no quiero hablar —trate de contener mis ganas de gritar, de llorar, de decirle a ese idiota lo mucho que me dolía verlo de nuevo.

Necesitaba gritar que aún no lo superaba.

Pero aun con todo lo que había pasado, aun quería verlo y abrazarlo, olerlo y fingir que no lo amo.

Sin esperar la respuesta de Iris colgué la llamada y guarde el celular en mi cartera.

—¿Se encuentra bien señorita? —escucho la pregunta de Arturo, el chofer de mis tíos.

—Si, como siempre —trato de sonreír, pero a él no le puedo mentir —es solo que no sé cómo será mi regreso a Prescott. Llevo tanto tiempo alejada de mi familia, ya ni se cómo saludar a todas esas personas. Me gustaría quedarme aquí con mis tíos, me encantaría que ella estuviera aquí y poder abrazarla.

—No se ponga así señorita, sus tíos también la extrañaran mucho y sé que ellos preferirían que se quedara —dijo mientras estacionaba el auto cerca del aeropuerto, que en realidad no estaba lejos de la casa de mis tíos y el lugar donde estuve los últimos 5 años. La necesidad de ir en auto a todos lados, era pura seguridad. —Ellos la mandan de regreso porque Prescott es más seguro, con todo lo que sucedió los últimos años, hasta me sorprende que siga queriendo estar en esta ciudad.

—Gracias Arturo, te extrañare —abrace al viejo canoso que había estado cuidándome todos estos años.

Hacía un par de semanas se había regado la noticia de una guerra muy cerca. No se sabía cómo seria, pero lo que se tenía claro es que acabaría con gran parte de la población mundial. Todos tenemos miedo. En esta actualidad se debía proteger a los jóvenes, a los estudiados, personas que se consideraba podrían ser la salvación del planeta y la raza humana, de ser necesario.

Me despedí de Arturo agitando mi mano y subí al avión privado de mis tíos. No sabía si estaría lista para volver. Era tan ridículo, no estaba lista para ver a mi familia y amigos, si no fuera por esta estúpida guerra, estaría el resto de mi vida con mi cara metida en los libros de mi tío, mientras tomo té y rio con mi tía.

En El Final De Los DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora