Capítulo 00 | Recuerdos de un pasado agrietado.

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"Entre recuerdos, fotos, lágrimas y sonrisas hoy daba un paso muy grande sin siquiera saberlo o anticiparlo. Si les soy honesto nunca supe cómo sentirme al respecto porque fue algo sorpresivo, único, una oportunidad que posiblemente jamás volvería a tener en la vida, sin embargo, así como un regalo como este podía llegar a mí, también era perfectamente capaz de desatar una tormenta de emociones, jugando conmigo, haciéndome creer y moverme en un camino que ya estaba trazado.

Entre todas las cosas, este día tenía la fuerte promesa de un caos para mi mente y corazón, siendo disfrazado en un papel decorativo de un día despejado y soleado, con una cinta atándome, comprometiéndome a un nuevo espacio y tiempo del cual desde ya, era parte"

—Ciel.

Cuando me hablan de niñez suelo tener sentimientos variados, debido a que yo nunca fui como los demás. Podía verlos, escucharlos, y a través de esa proyección entender lo que jamás podría tener, ya que esa oportunidad se me había arrebatado a muy corta edad.

Desde pequeño siempre fui alguien que quiso pasar desapercibido entre las personas. Nunca lloraba por algún dulce o juguete, incluso cuando los anhelaba desde las enormes vitrinas por las que pasaba cada día. También era muy callado la mayor parte del día y si hablaba mis palabras eran muy limitadas. Si esto no era preocupante para un niño de apenas unos 4 o 5 años, ¿qué sí lo era? Ver que muchos adultos cometían el error de compararme con sus hijos cuando estos se portaban mal y ponerme como un gran ejemplo cuando ni siquiera saben qué ocurre con aquel niño tan silencioso que no pide, que no solloza, que no ruega y que con poco se conforma, porque claro, con el tiempo llegué a comprenderlo, "aquel que no tiene nada es quien más lo aprecia cuando lo tiene".

Aunque estuve expuesto a la calle por mucho tiempo, no todo fue malo, de hecho gracias a ello logré ser descubierto por quien cuidó de mi como si fuese su hijo, cambiando mi vida completamente. Hasta el día de hoy sigo muy agradecido, porque aquella mujer que era y es madre soltera fue quien estuvo conmigo aquellas noches de resfriado y fiebres, como también esos días desenfadados donde incluso se daba el tiempo de jugar conmigo. Sin duda Helen es la mejor persona que pude haber conocido a temprana edad, porque si no fuese por ella... Las cosas serían muy distintas, drásticamente distintas.

Y yo nunca encontré una forma de agradecerle, pero me prometí desde el día en el que me enseñó lo que es una familia que hallaría algo para ayudarla tarde o temprano. Lo que jamás llegué a sospechar es que esa promesa se cumpliría más pronto que tarde.

—Cielito, ¿estás despierto?—. Entró a mi habitación tras tocar suavemente. —Oh, ahí estás, ¿qué pasa? ¿Estás nervioso?—.

La miré directamente a los ojos con vulnerabilidad. Estaba tan inseguro y sólo pensaba que las cosas irían mal.

—No hay nada que temer, todo irá bien—Se acercó y sentó a mi lado en el borde de la cama. —Sé que ir a estudiar a un instituto no es fácil, especialmente cuando es tu primera vez en ello, pero es muy bueno para tu futuro, ahí podrán educarte como corresponde, además que podrás socializar con gente de tu edad y ¡quién sabe! Hay muchas posibilidades, ¿por qué estar nervioso si aún no ocurre nada?—.

Tragué saliva y respiré hondo.

Ya no era un niño, había crecido y estudiar en casa no era tan sencillo como antes, sin embargo, saber eso no cambiaba las cosas, no me quitaba los nervios, ni la ansiedad.

—Lo entiendo...Es sólo que...—Titubee un segundo. —Sí, creo que debo intentarlo... ¡Daré lo mejor de mí, Helen!—.

No quería preocuparla, bastante ya tenía con su trabajo e hija quien siempre estaba enferma y yo... Yo nunca quise ser un peso más para ella, sobretodo porque adoraba su sonrisa y buen humor.

F A N T A S Y  {Ciel×Elesis}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora