Capítulo 17: "gemelos".

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-Hm...- murmure.

-Alekay, despertó.- susurra Marck. Intenté usar mis poderes pero no pude.

-No puedes, princesa.- dice Alec con una sonrisa burlona.

-¿Qué demonios?...- pregunté mirando a mi alrededor, y por lo que veía estaba en un calabozo.

-Esa boquita.- murmura divertido Marck, y ahora que estaba de nuevo en mi mundo pude darme cuenta que estaba al lado mío a lo que rápidamente me alejé e intente usar una vez más mis poderes y al no poder miré mis manos.

-Que parte de "no puedes", ¿no entiendes?.- pregunta Alec irritado.

-¡¿Qué quieren de mi?!.- grite al borde del colapso.

-Que seas nuestra, una de nosotros.- al escuchar eso de Alekey pude ver la sinceridad de sus palabras.

-¿Suya?, jamás.- respondí seria. Al poner mi vista en Alec pude ver que estaba sonriendo divertido, luego mi vista fue a Marck que también tenía una sonrisa pero trataba de no verme.
-Oh, hablan en serio.- murmure rodando los ojos.

-Y también hablamos en serio cuando te decimos que tu familia puede morir si no te quedas con nosotros.- Alekey se encoge de hombros. Mis ojos se abrieron a más no poder.

-Los tocas y te mueres.- susurre apoyándome en las rejas del calabozo con mi vista fija en él.

-A ver como lo intentas estando allí.- dice soltando algunas carcajadas. Luego de mirarme varios minutos, salió de la habitación con Alec detrás y Marck me quedó mirando varios segundos, para también salir.

-¡Malditos!.- grité intentando que me escucharan. Me acomodé en el suelo del calabozo y a los minutos caí dormida.

(...)

2 semanas pasaron desde que estoy aquí, 2 putas semanas.

Intenté de todas formas salir, pero no encontré ninguna salida, ni con mis poderes.

No saben lo que extraño mi hogar. Lo que daría para estar con mi familia y reír junto a ellos, por un mal chiste de Dan o reír por las tonterías de Todd.

Lo que daría por dar un beso en los dulces labios de Balthazar.

Lo que daría por estar peleando con Alex y Ana...

-No volverás, no pienses en ellos.- murmura Alec.

-¿Desde cuando estás al lado mío?- pregunté confundida.

-Desde que te quedaste en tu mundo.- dice sonriendo. Digamos la verdad y seamos sinceros, tiene una hermosa sonrisa, y podría decir que es la primera vez que lo veo sonriendo sinceramente.

-Estás sonriendo, debe ser el fin del mundo.- susurro mirando la habitación en la que estaba por enésima vez.

-Eso fue a mi corazón.- dice sacando lágrimas falsas a lo que reí. Pero recuerdo que el es el enemigo y dejo de sonreír. -Oh vamos, eres más linda sonriendo.- dice tocando mis mejillas.

-Y tu serías más lindo si me dejaras salir de aquí.- respondí furiosa sentándome en el asqueroso suelo del calabozo.

-¿Qué tienen ellos que no tenemos nosotros?.- pregunta con una pizca de tristeza, diría yo.

-No hay mucha diferencia...- murmure. -pero ellos no me encierran en un asqueroso lugar.- agregué mirándolo de reojo.

-¿Eso nada más?.- pregunta mirando un punto vacío. -Vámonos- abre el calabozo y espera a que salga. Mi mirada fue a el por unos segundos y salí de allí rápidamente.

-Tengo hambre.- susurre cuando salimos de aquél lugar y lo único que pude oler fue sangre fresca.

-Controla tus ojos.- susurra muy cerca de mi. Cerré mis ojos unos segundos intentando controlar el peculiar color de estos. -Muy bien.- me dirige al patio trasero del gran castillo. -¿Ves a esos niños?.- pregunta muy cerca de mi oído. Asenti mientras miraba a 2 niños humanos idénticos jugando feliz mente. -Ellos serán tu comida.- dice mirando fijamente a los niños. Lo miré con horror. -Hazlo.- habla como si fuera una orden.

Miré a mi alrededor y encontré a una pareja de humanos sentados en el suave pasto con la mirada en los niños. Sin dudar me dirigí en la pareja y pasó lo que tenía que pasar.

Fue un objetivo muy fácil, pero 1 de los niños me miró con horror y con un par de lagrimas acumuladas en sus ojos. Ahí lo entendí, la pareja de humanos que acabo de matar eran sus padres.

Lo miré con lástima. Luego miré a la pareja, y en las manos de la mujer se pudo destacar 2 hermosas y pequeñas cajas, las cuales tenían terciopelo de color rojo, y entendí por segunda vez que esas cajas eran para los niños. Regalo de cumpleaños diría yo.

Limpié mi boca y me acerqué al niño. Intentaba alejarse, pero su hermano me miraba con entusiasmo.

-Hola.- saludé mirando a cada uno.
-¿Quién es...- miré una de las cajitas en mis manos y pude ver el nombre. -... Harrie?-.

-¡Yo!- grita con entusiasmo el niño que no me vio matar a sus padres.

-Feliz cumpleaños, Harrie.- murmure con ternura dándole su regalo. -Y esto es tuyo, Calum.- susurre dándole su regalo. Me miró sin entender.

-Hipócrita.- responde furioso. Reí por su comportamiento. Para aparentar 12 años pude apreciar un muy sutil vocabulario. Igual lo entiendo, acaba de ver como maté a sus padres. Lo miré a los ojos he hice que no le afectara lo que vio con mis poderes.

-Feliz cumpleaños.- volví a repetir viendo a los gemelos más lindos que había visto. Instantánea mente decidí no dejarlos sólos por que supe que los iban a matar ya que no tienen padres.
-Escuchenme con atención.- los dos me miraban muy fijamente. Toqué una mejilla de cada uno y susurre.
-Irán a mi hogar, y al llegar explicarán todo lo que pasó.- cerraron por segundos sus hermosos ojitos y los volvieron a abrir con un símbolo raro en sus pupilas. Mande la ubicación a sus mentes para que no se olviden. Empezaron a correr en dirección a la salida y se pusieron sus regalos: gargantillas con un símbolo de protección, nada los lastimara usando eso.

Al mirar como se alejaban Alec me miró con desaprobación.

-No me mires así, los niños son mi debilidad.- dije al ver su mirada.

-Me decepcione, pero no por eso.- murmura caminando dentro del castillo. Esperé minutos para poder respirar el aire del lugar y entré. -Tu habitación desde ahora.- entramos a una habitación y era enorme. -Esto va a ser duro.- y cuando estaba por preguntar de qué hablaba sentí un fuerte golpe en mi nuca causando que caiga como una pluma.

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Silence©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora