Capítulo 18: "¿amables?".

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¡BIP, BIP, BIP, BIP!.

-Cállate, cosa del demonio.- arroje la alarma no sé donde causando que se haga añicos. Volví a acomodarme y cuando estaba apunto de dormir de nuevo no escuché ningún grito de Alex, o algún lloriqueo de Ana, ni la contagiosa risa de Cielo.

Abrí mis ojos y como lo sospechaba, no estaba en mi hogar, y al examinar bien tampoco estaba en el castillo de los Foster. En cambio gran cantidad de luz entraba por una ventana que estaba al lado de mí.

Hay un gran armario en una esquina de la habitación, luego una puerta y al dirigirme e entrar pude ver que era un baño. Hice mis necesidades y salí muy confundida, no tenía el mismo atuendo antes de que Alec hiciera que me desmayara.

(Maldito imbécil.)

Caminé al armario con mucho cuidado, y cuando lo abrí descubrí muchos atuendos, pero destacaban los montones de vestidos. Agarré uno muy lindo y coqueto, algo que iba muy bien conmigo: (también los tacones).

Arreglé como pude mi cabello y luego salí de la habitación, un inmenso pasillo se hizo presente frente de mí

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Arreglé como pude mi cabello y luego salí de la habitación, un inmenso pasillo se hizo presente frente de mí. Seguí mi camino al ver lo que parecía una enorme cocina, y había una chica humana, alta y peli-negra cocinando.

-¿Hola?.- pregunté mirándola confundida. Pegó un pequeño salto y entendí que la había asustado. -¡Lo lamento!, no fue mi intención asustarte.- me acerqué y le sonreí a lo que me mira con alegría.

-Me agradas más que ellos. Siéntate, el desayuno ya está listo.- sonríe y sigue su trabajo. Supuse que se refirió a los Foster, por eso preferí quedarme callada y sentarme en un asiento frente a una gran mesa. Y luego de mirarla unos segundos, se acercó con platillos de distintas cosas: tostadas con huevos revueltos, tocino, panqueques y jugo de naranja recién hecho. Luego de acomodarlo me miró unos segundos y caminó a la salida.

-Espera.- murmure. Se dio vuelta y esperó a que siga hablando.
-Desayuna conmigo, por favor.- pedi amablemente.

-Los señores Foster no me dejan interactuar contigo, ni si quiera mirarte.- susurra mirando el suelo.

-No me importa que digan ellos, es sólo el desayuno. Cuando termines puedes retirarte, si gustas.- me escogí de hombros sacandole importancia. Se acercó con duda hasta sentarse a un lado. Empecé a comer y la miré esperando que haga lo mismo.
-No tengas miedo, venga come, no podré con todo yo sola.- reí a lo que ella me sigue.

-Gracias, nadie fue tan amable desde que estoy aquí.- dice.

-¿Dónde estamos?.- pregunté dando un gran trago de mi jugo de naranja.

-Seattle, Washington.- me atragante.

-¿Qué?- casi grité. Se asusta por mi tono. -Lo siento, lo siento. ¿Desde cuando estás aquí?.- pregunté.

-Toda mi vida, prácticamente.- ahora que podía verla bien tenía unos hermosos ojos verdes. Su tez blanca como la porcelana, y su largo cabello negro era envidiable. Era muy hermosa. Y no pude no ver su cuello con deseo. Pero luego miré su rostro.

-¿Cuántos años tienes?.- vi en sus ojos inseguridad.

-20.- responde simple.

-Eres muy joven, ¿que haces aquí?.- me confundía saber que vivió su vida aquí y que conozca a los Foster.

-Alec, el... es mi hermano.- murmura sin mirarme. Abrí mis ojos sorprendida.

-Pero tu eres tan...- sonreí exageradamente feliz. -Y el es tan...- saqué la lengua disgustada. Rió a carcajadas por mi explicación para ponerse seria.

-Que bueno que me tomes así, cariño.- sentí una voz detrás de mi y supe que era Alec. Su hermana lo miró con miedo para después mirar otra parte.

-Imbécil.- murmure levantándome.
-Un gusto, chica desconocida.- sonreí y salí de allí lo más rápido posible.

-No corras.- dice con sarcasmo pero de un momento a otro ya estaba atrapada en sus brazos. Miré sus ojos sin hacer nada. -Me gusta tenerte así.- murmura muy cerca de mi. Lo empuje dándole una bofetada. -Luego no harás eso.- murmura con una sonrisa.

-No seas así con la invitada.- murmura Marck a un par de metros de nosotros. Apoyado en la pared con los brazos cruzados.

-Marck, eres el único normal aquí.- y ahora aparece Alekey detrás de mi.

-¿De dónde demonios aparecen?.- pregunté enojada. -No va a salir un duende de mi vestido, ¿no?.- pude ver una gran piscina a lo lejos y me dirigí allí escuchando las carcajadas de los demás.

Tenía suerte de tener un hermoso bikini negro de 2 piezas bajo este vestido.

Miré detrás y los Foster me miraban atentamente. Hice una seña para que se taparan los ojos, y me hicieron caso, menos Alec. Lo miré mal y terminó rindiendose. Me saqué los tacones, y luego el vestido lentamente para tirarme como sirena a la piscina.

Quedé en lo más profundo y me senté como pude. Podía ver que al rededor estaban los chicos viéndome. Cerré los ojos y me quedé tranquila bajo el agua. Hasta que lo sentí. Sentí el dulce olor a sangre.

Salí rápidamente y miré por todas partes y esa hermosa fragancia venía de dentro de la casa. Intenté caminar pero me detuvieron, cerré mis ojos para tranquilizarme, pero al abrirlos me sentí más descontrolada que nunca. Marck me miró de una forma muy rara y podría decir que con miedo.

Los saqué como pude y corrí dentro para ver a la hermana de Alec en el suelo limpiando vidrios rotos.

-Me corté un poco.- dice viendo su dedo. -No pasa nad...- se calló al verme. Miré detrás de mi y Alec me miraba con enojo.

Aparecí detrás de la chica y me acerqué a su cuello. Alec me miró con miedo y la chica frente a mí temblaba. Agarré el dedo de la chica y lami la sangre, y al sacar todo rastro de sangre la cortadura ya no estaba.

-Ya no tienes la cortadura, lo cure. Y vete antes de que si te mate.- murmure con dificultad. Salió corriendo de la habitación. Alekey aplaudió con una sonrisa. Me acerqué a Alec y susurre:

-Un "gracias" estaría bien, cariño.- lo miré a los ojos y con enojo salió de allí. -Quiero comer, ahora.- dije mirando a Alekey.

-Como diga, señorita.- dice feliz.

(...)

Por fin ya era de noche, ya podía ir a descansar y poder dormir un poco.

Me tire en el suave colchón y a los segundos tocaron mi puerta. Murmurando groserías me acerqué y la abrí encontrándome a la hermana de Alec. La miré confundida.

-Gracias, por no matarme.- murmura sonrojada. Toqué su mejilla suavemente.

-Jamás te haría eso, para la próxima ten cuidado.- solte un par de carcajadas. Sonrió y se fue. Cerré la puerta y sentí que alguien se acostó en mi cama. -Oh no, duermo sola, gracias.- me acosté dándole la espalda a lo que se acerca y me abraza por detrás. -Marck, ¿que haces?.- pregunté entre confundida e enojada.

-Tranquila, te quiero, pero como hermana.- responde riendo y relaje mi cuerpo.

-¿Puedo confiar en eso?.- susurre.

-Eres una bebé para mí, y me matarías si hiciera algo.- puedo sentir su sonrisa. Acerqué más su brazo en mi y me acomode mejor. -Dulces sueños, hermanita.- murmura y sin más me dormí.

¿Por qué son tan amables?.

¿Acaso los juzgue mal?, ¿y si no son lo que dicen los demás?.

No está tan mal estar con ellos... Parecen amables, y divertidos.

Son el enemigo, pero, ¿y si no lo son en realidad?.

¿Si ellos no son el verdadero enemigo?.

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Silence©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora