CAPÍTULO 5
Odiaba la música de las discotecas. Odiaba el tumulto de personas. Odiaba el alcohol y las drogas. Odiaba las luces. Lo único que lo retenía ahí eran sus acompañantes.
—¿Por qué no le has dicho a Mike que te gusta Natalia? —le preguntó Mauro a su amiga. El pianista ya llevaba un rato flirteando con el ángel— Siempre os gustan las mismas chicas.
—Porque estoy harta de que Michael se reprima por mi culpa. Además, nunca he sido correspondida, mi corazón se empeña en colgarse de heterosexuales —contestó Alicia, baja de ánimos, dándole un sorbo a su cubata.
Mike estaba llevando a cabo uno de sus trucos infalibles: susurrar en la oreja.
—Apuesto mis rizos a que le está proponiendo quedar para deleitarle con la sonata "Claro de luna" —bromeó Mauro, fijándose en los movimientos de Michael.
—Y Natalia fingirá que sabe quién es el autor hasta que a Mike se le escape.
—Tendremos que proponerle que renueve sus tácticas.
—¿Y tú qué? —cambió Alicia de tema— Te veo contento.
—Estoy ilusionado.
Justo en ese momento, Michael besó la mejilla de Natalia y Alicia supo que ya no aguantaba más ese panorama.
—Me voy a fumar —se levantó de golpe, olvidándose de la conversación—, ¿me acompañas?
El chico asintió, a él también le iría bien tomar el aire.
A unos pasos de donde habían estado colocados Mauro y Alicia, el pianista y la anfitriona continuaban con su charla, de la cual la rubia empezaba a hastiarse. ¿Dónde se había metido Kaitin?
—Bueno, Michael, tengo que ausentarme. Me reclaman.
—¿Quién te reclama? —preguntó extrañado, mirando hacia su alrededor. La rubia puso los ojos en blanco.
—He tratado de que salgas con dignidad de esta, pero no pillas mis indirectas —concluyó, cortante—. Soy lesbiana y tengo novia.
Fue instantáneo. El rostro de Michael se tornó completamente rojo.
—Perdona, no quería incomodarte, yo... —farfulló, intentando arreglar la situación.
—Tranquilo, no es la primera vez que me pasa. Pero si quieres podemos quedar como amigos, me encantaría ver cómo tocas el piano.
—"Claro de luna" te estará esperando.
Michael acompañó su respuesta con una sonrisa agradecida, mientras Natalia se dirigía a un lugar para confirmar sus sospechas.
En el centro de la pista se podía encontrar el alma de Nicole, que la había entregado en pleno baile, con ayuda del numeroso alcohol que le corría por las venas. Su novio la rescató del amago de magreo de un fibroso chico, llevándosela a un lugar más tranquilo.
—Deberías de estar cuidando de Estela —le recordó, refiriéndose a su hermanastra.
—Estela ya es mayorcita —balbuceó la chica, con dificultad para conseguir que su entorno dejara de rotar.
—¿Me vas a decir de una vez qué te pasa? —le rogó Emiliano, zarandeándola— ¡Tú solo te emborrachas para olvidar! ¿Qué es aquello de lo que te quieres olvidar?
—Si te lo cuento serás tú quién querrá olvidarse de mí.
—¿Qué has hecho? —imploró, asustado.
—Más bien, qué hemos hecho... —murmuró ella— Emi, estoy embarazada.
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Tazas de té
Short StoryEstán lloviendo perros y gatos. No es mi taza de té. Estoy sobre la luna. Golpear la carretera. Me siento azul. Estas son algunas de las expresiones que Yellow Dandelion ha utilizado en su nueva novela «Tazas de té», donde narra la misteriosa y fasc...