-¿Y tu qué?- dijo cogiendo el zapato que le acababa de tirar.
-Yo... no me encuentro bien.
-Ya claro y yo soy gilipollas....-se burló
-Lo eres, y uno muy grande.- dije sin parar de reír, el estaba serio.
-Eso me ha dolido...- se puso la mano en el pecho.- Ahora en serio... ¿Por qué te fuiste?
-Ya te lo he dicho me encuentro mal.
-Vale, voy a hacer que te creo.- me devolvió el zapato que minutos antes le golpeó, me lo puse y le di una sonrisa como despedida.
-Paso por ti a las siete.- dijo y di la vuelta inmediatamente. Mierda, la fiesta se olvidó y a el claramente no, saltaba a la vista el brillo de sus ojos. Suspiré, tampoco es que tuviera nada que hacer por la tarde.
-Esta bien Cam...
Cameron sonrió triunfal pero rápidamente le paré.
-Pero esto no significa nada, me tocas y mueres, y créeme que los tacones que llevará te dejaran marca- el se tocó la cara con fingida preocupación.- Y no precisamente en la cara.- concluí la amenaza. La fingida preocupación de Cameron pasó a ser verdadera preocupación. Tragó saliva sonoramente. Con el había que ser así, siempre lo malinterpretaba todo y el termino "solo amigos" no estaba en su diccionario.
-Tranquila, no me sobrepasaré.
-Gracias.
-A no ser que tu quieras entonces...
-Das asco Cam.
Me di media vuelta y seguí mi camino, con este hombre no se puede hablar,pensé decepcionada.
-¡A las siete!- gritó a mis espaldas pero le ignoré, solo iría a la fiesta porque Marie estaría y porque necesitaba salir y despejarme.
Llegué a casa cansada por la caminata que me dí. No había nadie en casa, como la mayoría de las veces. Me encantaba estar sola, tenía que reconocerlo. Me preparé algo de comer y me subí a mi cuarto. Cerré la puerta y me tiré a la cama a comer. Si por mi fuera viviría en mi cuarto, era mi refugio y no me gustaba que cada dos por tres mi madre pasará a mandarme estúpidas tareas, por eso disfrutaba mi soledad, ahora que no había nadie, subiendo la música a todo volumen, comiendo hasta reventar y leyendo Melocotón Loco de Megan Maxwell.
Miré el reloj, eran las seis, debería prepararme ya..., pensé, pero estaba tan a gusto que me replanteé si ir a la fiesta. No me hacía mucha gracia ver a la zorrona de Vanessa pasear sus pechugas y presumir de que sus fiestas son las mejores pero hacía mucho tiempo que no iba a una, estaba tan centrada en estudiar, estudiar y estudiar...y tenía un precioso vestido negro corto que estaba sin estrenar y me gritaba que me lo pusiera. Sin pensarlo dos veces corrí a ducharme y a prepararme al ritmo de una de mis canciones favoritas Alone Together de Fall out Boy. Me puse mi deseado vestido negro, un poco ceñido, y mis tacones de aguja negros, solo para asustar a Cameron, en realidad me pondría unas sandalias negras, me lo pasaría bien y no quería que el dolor de pies me ahogara la fiesta. Me miré al espejo y me dió un bajón al ver mi cara asique me eché un poco de polvos, rimel y gloss en los labios. Odiaba maquillarme pero me hacía sentirme más segura. Miré de nuevo la hora, esta vez eran las siete y cinco, Cameron llegaba tarde. Metí mis sandalias en mi bolso y el maquillaje, por si acaso, cojí una rebeca tambien negra, bajé a la entrada para esperarle pero me quedé a la mitad de las escaleras ya que hoy a alguien, seguramente mi madre, en la cocina.
-¿Ann?- preguntó. Putos tacones...
-Sí mama.
Terminé de bajar las escaleras y me senté en el sofá. Mi madre me miró de arriba abajo.
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Mi clase favorita.
Teen FictionAnn una chica que se solía saltarse algunas clases ya no puede evitar ir a cierta clase . Por que sera? que le ha hecho cambiar de opinión? o quien? por que un amor prohibido puede ser tan excitante? y él, que estará dispuesto a perder por su amor...